sábado, 1 de mayo de 2010

Soy libre de hacer lo que deba

A medida que avanzan los descubrimientos sobre cómo funciona nuestro sistema nervioso y su interacción con el resto del cuerpo y el entorno, se van confirmando creencias sobre la materialidad del pensamiento y de la psiquis.

Sin poder negar aún que exista algo inmaterial e inmortal —como muchos creen—, se van encontrando pruebas de que nuestra conducta es la consecuencia de fenómenos físicos y químicos.

Aún sin haber confirmado definitivamente que todas nuestras manifestaciones psíquicas (pensamientos, sentimientos, recuerdos) responden a fenómenos anatómicos y fisiológicos, igual podemos posicionarnos en esa probabilidad como hipótesis.

Por lo tanto, asumamos por unos instantes que ya se sabe que todas nuestras conductas son el resultado exclusivo de fenómenos físicos y químicos.

Si esto fuera así, entonces no seríamos responsables de ninguna de nuestras acciones, tendría que desaparecer la creencia en un libre albedrío.

Pero para poder organizar nuestra convivencia, contamos con la premisa de que las personas son responsables de sus actos porque nos basamos en el criterio de castigar a los victimarios: de esta manera creemos resarcir a las víctimas y suponemos que la amenaza de castigo impide que se vuelva a repetir (dicho sea de paso, es muy poco lo que se resarce y se disuade).

Por lo tanto:

1) Nuestro organización para convivir en orden cuenta con la existencia del libre albedrío; y

2) Si para poder convivir necesitamos que exista el libre albedrío, ¿aceptaremos los descubrimientos científicos que demuestren lo contrario?

Apuesto a que haremos todo lo posible para que siga habiendo culpables para castigar sin olvidarme de que la creencia en el libre albedrío me permite suponer que yo controlo mi vida ... lo cual también podría ser falso.

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