sábado, 1 de mayo de 2010

Hasta el alma es solo materia

Creo que somos pura materia y que hasta nuestras reacciones más sublimes (amor, creatividad, sentido del humor), son funciones orgánicas cerebrales.

Esa pura materia que produce acciones tangibles (mover, transformar, destruir) y no tangibles (inventar una historia, crear una nueva melodía, emocionar con una mirada), no responde a nuestra voluntad sino que cualquier acción que se nos atribuya es el resultado de factores orgánicos (hormonas, complexión neuronal, herencia) y no orgánicos (clima, agentes externos, azar).

Dicho de otra forma: el libre albedrío no existe y todo es consecuencia de una dinámica universal (hasta el los más pequeños detalles).

Esto implica suponer que nuestras acciones están determinadas por fuerzas naturales (atracción, repulsión, fuerzas centrífuga y centrípeta, inercia) que son causas de ciertos efectos que a su vez se convierten en causas de otros nuevos efectos.

Suponer que somos todo materia y que el libre albedrío no existe, implica descartar la existencia de algún tipo de responsabilidad y de culpa.

«Los seres humanos no actuamos: los seres humanos somos actuados (movidos, desviados, detenidos, agredidos, estimulados, atraídos)».

Alguien podría decir: «Pero si no fuéramos responsables (por ausencia del libre albedrío), nuestra convivencia sería un caos porque los delincuentes serían inimputables».

Estamos condicionados a repeler de diversas formas todo lo que pone en riesgo nuestro bienestar, nuestra integridad física o la supervivencia de la especie.

Por esa condición reaccionamos quitando del medio a todo lo que nos haga daño, ya sean personas, objetos peligrosos, microorganismo, alimentos tóxicos.

Es posible pensar que no somos responsables porque no existe el libre albedrío pero estamos diseñados para reaccionar de diversas formas (punitivas, disuasivas, reeducadoras) ante quienes hacen algo que nos perjudica.

El delincuente delinque porque no lo puede evitar y nosotros no podemos evitar apresarlo, juzgarlo y encarcelarlo.

Nota: la imagen muestra el dibujo de una figura humana asociada a una cadena de ADN.

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