Creo que sería un despropósito invertir energía en lograr que todos los seres humanos fuéramos idénticos.
Si la ciencia lograra que todos fuéramos de la misma estatura, talento, vocación, seríamos infelices porque caeríamos en el peor de los sentimientos: la indiferencia ( ya que nos daría lo mismo Fulana que Zutana).
Sin embargo, es posible que cada uno tenga sus necesidades básicas satisfechas.
Trabajar para mejorar la distribución del ingreso, parece más realista y de mejor pronóstico.
En el artículo titulado La envidia es progresista, les comentaba que «… la envidia es un sentimiento que busca la igualación …».
Cuando las diferencias en calidad de vida son interpretadas bajo el supuesto de que poseemos libre albedrío, no demoramos en concluir que alguien tiene la culpa de nuestras carencias.
La asociación de la envidia con la creencia en el libre albedrío, genera violencia (porque se cree que alguien es responsable de que tengamos que envidiar).
La violencia que genera la creencia en el libre albedrío, ante el hecho de que algunos pasan demasiado mal y otros obscenamente bien, instala los deseos reivindicativos de venganza.
Por el contrario, la creencia en el determinismo, nos haría buscar pacíficamente las causas de la pobreza en lugar de buscar a los culpables.
La agresividad puesta en juego para buscar causas, no incluye ataques personales como sucede cuando la agresividad es puesta en juego para buscar culpables.
En todas las culturas existe algún sistema de justicia que pretende evitar la relación directa (confrontación, justicia por mano propia, saqueos) entre los envidiosos que luchan por la igualación y los vengativos que atacan a los supuestos culpables de la mala distribución de la riqueza.
En suma: el sistema judicial amortigua la furia vengativa que provoca la creencia en el libre albedrío.
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