domingo, 2 de junio de 2013

No vivimos sino que somos vividos




Nuestro cerebro produce la sensación de que gobernamos nuestra existencia pero en realidad no vivimos sino que somos vividos.

Lo que habré de compartir con usted puede ser cierto o no..., como cualquier otra historia, teoría, hipótesis, leyenda, creencia, mito, doctrina.

Parto del supuesto que el libre albedrío no existe y que todos estamos determinados por una cantidad de factores muy grande, todos ellos independientes de nuestro control.

Con esta premisa es legítimo decir que los humanos no vivimos sino que somos vividos, es decir: una cantidad de fenómenos y circunstancias ajenos a nuestra voluntad, ocurren, nos provocan sensaciones subjetivas de que las estamos gobernando, pero nacemos, vivimos y morimos sin haber hecho algo al respecto, aunque siempre tenemos la sensación de que sí, de que nos enfermamos porque no nos cuidamos lo suficiente, de que nos compramos un traje rojo porque así lo preferimos y de que tenemos cuatro hijos con diferentes madres porque se nos ocurrió.

En suma: los humanos, (y ¿por qué no los demás animales?), ocupamos un producto químico al que llamamos cuerpo, que a su vez segrega pensamientos con los que imaginamos un protagonismo ilusorio.

Esa parte del cuerpo que se dedica a pensar, (imaginemos que efectivamente pensamos con el cerebro como habitualmente se cree), supone que las cosas ocurren de una determinada manera, pero a la Naturaleza ni le va ni le viene qué ideas produce ese órgano pensante pues todo está organizado para que esta acumulación de moléculas, que forman células, que forman el cuerpo entero, funcionen armónicamente durante varias décadas, al final de las cuales dejarán de funcionar y volverán a quedar disponibles para organizarse, (o no), en alguna otra combinación química que se auto reproduzca y escriba un artículo como este que usted lee, o no (polvo, plástico, este monitor).

(Este es el Artículo Nº 1.900)