sábado, 1 de mayo de 2010

Decidimos lo inevitable

En el artículo titulado Los instintos ¿están para ser reprimidos? les comentaba que el deseo de poder surge en realidad de un instinto tan importante como el sexual.

Por lo tanto, el deseo de poder está asociación al instinto de conservación (¡nada menos!).

Los políticos son los obreros del poder que más se nos acercan porque cada cierto tiempo necesitan conquistar nuestro voto.

Todos sabemos que la receta mágica para conquistar el voto de la mayoría consiste en decir lo que esa mayoría quiere escuchar.

Esto funciona así porque una mayoría cree que mandamos sobre nuestras vidas, que nos autogobernamos, que tenemos libre albedrío (1).

Creemos en el libre albedrío porque nuestro cerebro genera un pensamiento con forma de «decisión», segundos después que la naturaleza nos dio la orden sobre lo que tenemos que hacer obligatoriamente.

Los obreros del poder (políticos, gobernantes, gerentes) son personas como todo el mundo que se caracterizan por tomar decisiones un segundo después que la naturaleza (las circunstancias, la casualidad, los fenómenos naturales) impuso la obligación de hacer algo colectivamente.

Es propio de nuestra especie organizarnos en grupos (como otros animales lo hacen en majadas, rebaños, piaras, manadas) y de forma piramidal, es decir que alguien será el portavoz, (el locutor, la voz cantante, el líder) de esa obligación natural que habremos de cumplir.

Todos formamos parte del gran fenómeno natural que, si la imaginación nos lo permitiera, alcanza a todo el universo en su inabarcable vastedad.

Cada fracción de tiempo es diferente a la anterior y —hasta donde puedo pensar—, sólo somos testigos de esos acontecimientos de los que formamos parte de forma muy pasiva aunque como espectadores tenemos sentimientos como si fuéramos protagonistas. (2)

(1) ¿Qué libertad?
Soy libre de hacer lo que deba
Lexotán con papas fritas
Cállate que estoy hablando
Lo que la naturaleza no da, nadie lo presta

(2) Esta idea comencé a exponerla en el artículo titulado Mis moléculas aman a las tuyas

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