domingo, 2 de marzo de 2014

El dinero equivale a votos electorales


Después de muchas décadas de equilibrio en el reparto del poder, (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Prensa), vuelve a concentrarse, ahora en manos  del poder financiero, desequilibrando otra vez la toma de decisiones.

En un artículo de reciente publicación (1), les comentaba:

«Lo que en realidad hace un inversor es dar una orden a muchos trabajadores para que hagan la tarea que es el objetivo de la inversión, por ejemplo: “construyan una escuela”, cuando invierte en educación; “planten árboles”, cuando invierte en forestación, etc.».

Hace muchos años, en Uruguay, la democracia representativa tenía un defecto gravísimo: los grandes empresarios concurrían al lugar de votación con sus empleados para que estos votaran al candidato que el patrón les ordenaba.

La solución que se encontró fue perfeccionar las condiciones del voto secreto. El organismo encargado de organizar el acto eleccionario (Corte Electoral) toma todas las precauciones para que los ciudadanos sean realmente libres de votar a quien quieran, sin tener que obedecer órdenes de nadie.

Como digo en el artículo mencionado al principio, los inversores son, en última instancia, personas que determinan dónde se aplicará el trabajo que está representado en el dinero que ellos invierten.

Obsérvese cómo a veces la historia se repite, con ligera variantes, pero se repite.

Quizá fue en el siglo 19 cuando se hicieron los intentos más serios de esparcir el poder y mejorar el sistema democrático. La creación de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, permitió un mejor equilibrio en la toma de decisión. A eso correspondería agregar el concepto libertad de expresión que, en los hechos, consolidó un cuarto poder: la prensa.

Todo esto funcionó más o menos bien, pero desde hace unas cuantas décadas el poder volvió a concentrarse y las decisiones volvieron a desequilibrarse porque ahora los únicos que gobiernan cualquier nación son unos pocos capitalistas de enorme fortuna. Usted habrá oído hablar del poder financiero.

En suma: aquellos ricos que les ordenaban a sus trabajadores que votaran al candidato que les daría más riqueza, ahora vuelven a hacer lo mismo si tenemos en cuenta que el dinero es, en realidad, trabajo acumulado.

El poder financiero funciona como si fueran los gobernantes absolutos de millones de trabajadores que, virtualmente colocan en las urnas de votación lo que el amo (el banquero, administrador de esa fuerza laboral concentrada en cada billete), les ordene.

Desde otro punto de vista, si un inversor dice dónde financiará construcciones que darán ocupación a los ciudadanos de un país, le pondrá condiciones al gobernante, que este no tendrá más remedio que obedecer.


(Este es el Artículo Nº 2.134)


La ignorancia que necesita nuestra especie


Quizá necesitemos ignorar por qué existe la desigualdad socio-económica generadora de ricos y de pobres.

Les planteo una hipótesis que podría explicar la existencia de la pobreza.

1) Aunque somos animales mamíferos como tantos otros (perros, gatos, caballos), ninguna de las otras especies sufre tanta desigualdad en la disponibilidad de recursos como sufrimos los humanos. Por lo tanto, además de diferenciarnos porque hablamos, hacemos grandes construcciones y vivimos muchos años, también nos caracterizamos porque entre nosotros existen desigualdades significativas en la posesión de bienes;

2) Aunque existen muchas especies, —mamíferas o no—, que son gregarias (que viven en grandes comunidades), los humanos funcionamos como un todo, es decir, mantenemos una interacción entre los ejemplares que nos lleva a funcionar como si la especie fuera un gran organismo, que tiene cabeza, cuerpo, órganos vitales, aparato circulatorio;

3) Por esta condición de formar un gran organismo, cada uno de nosotros participa (sin darse cuenta) ejerciendo algún rol, ya sea de mando, de ejecución, de administración, de combate, de salvataje, de gestación de nuevos ejemplares, de curación, de legislación, y muchos otros;

4) Por esta condición de formar un gran organismos y de tener asignados roles, también tenemos asignados recursos materiales que determinan nuestras condiciones de vida. Sin que aun podamos explicarlo, muchos tienen que ser pobres, muchos menos tienen que ser ricos y varios tienen que tener posesiones de nivel intermedio. Proporcionalmente, muy pocos ejemplares migran de una condición a la otra, aunque todos deseamos la riqueza y huimos de la pobreza.

Como en un organismo humano, el aparato circulatorio de la especie nos asigna desiguales cantidades de sangre a cada ejemplar-célula.

En suma: así funciona nuestra especie. Esa desigualdad nos provoca reacciones necesarias para el funcionamiento orgánico. Si encontráramos una explicación satisfactoria sufriríamos un daño importante porque una parte de la energía vital surge de la disconformidad y de luchar por mejorar o defender nuestra situación. La incomprensión del fenómeno nos mantiene activos. Si lo entendiéramos perderíamos esa parte de la energía vital.

(Este es el Artículo Nº 2.133)


La voluntad de los poderosos


Las declaraciones voluntaristas de Ban Ki-moon son, para los más desfavorecidos económicamente, como un salvavidas de piedra para quien se está ahogando.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon (nacido en Corea del Sur en 1944), en un mensaje para conmemorar el Día Mundial de la Justicia Social, indicó que la brecha entre ricos y pobres se expande no sólo entre países, sino también dentro de estos. Destacó que las circunstancias en que una persona nace, donde vive o a qué género o grupo étnico pertenece no deben nunca determinar el nivel de sus ingresos o su acceso a la educación, servicios de salud, trabajo decente, vivienda, agua potable o participación política.

Esta información la extraje del diario digital El Arsenal.net, en su edición del 24-02-2014.

Es importante que exista un Día Mundial de la Justicia Social para asegurarnos de que la INjusticia social tendrá larga vida, en tanto este objetivo (lograr la Justicia Social) nunca podrá ser alcanzado dedicándole un día por año.

Al día siguiente de realizar los actos protocolares que se acostumbran en estos organismos mundialmente inútiles, todos habremos lavado nuestros pecados y seguiremos participando en la Injusticia Social, aunque solo sea como testigos irresponsables, es decir, cómplices.

¿Así que, según Ban Ki-moon, las circunstancias en que uno nace, dónde vive o a qué género o grupo étnico pertenece, no deben nunca determinar el nivel de sus ingresos o su acceso a la educación, servicios de salud, trabajo decente, vivienda, agua potable o participación política?

Parecería ser que “no deben nunca determinar” porque él lo dice, como un Dios que dijera “Hágase la luz” (y la luz se hiciera).

Los hechos parecen insistir en que todos esos factores que Su Majestad de la ONU enumeró, sí determinan y lo hacen fuertemente.

Propongo pensar que estos disparates sean desoídos, que no formen parte de lo que hablamos y escribimos para que las cosas mejoren. ¿Cuánto tiempo perdemos anestesiados por una alocución tan fuera de lugar, por el solo hecho que proviene de una personalidad importante?

Lo que dice Ban Ki-moon equivale a decir que las circunstancias personales nunca deben determinar cómo nos va en la vida. Para él, no es relevante ser católico en Israel, enano en los países nórdicos, tonto en una colectividad híper-competitiva, homosexual en una comunidad homofóbica, torpe pero con vocación deportiva, sordo o miope en cualquier país.

Según este gran personaje de una gran institución (lo digo con ironía), ninguna diferencia debe importarnos porque para eso están las intenciones igualitarias de los híper poderosos y voluntaristas.

Este tipo de declaraciones son, para quienes sufren la peor parte de las desigualdades en la distribución de la riqueza, como tirarle un salvavidas de piedra a quien se está ahogando.

(Este es el Artículo Nº 2.132)


El enamoramiento y su evolución esperada


El enamoramiento es un fenómeno mental provocado por una transitoria sensación de completud, alcanzada por una imaginaria fusión entre dos personas recíprocamente enamoradas.

Nunca está de más hacer algún comentario sobre el amor. En este caso, destinaré unos pocos párrafos a la enfermedad mental asociada, esto es, el enamoramiento.

Escribiré como si supiera, para que usted, acostumbrado a leer lo que escriben personas que se creen sabihondas, no extrañe. Si yo dijera honestamente que ni yo ni nadie sabe algo, usted podría aburrirse y no leer todo.

La psiquis tiene varias características muy notorias; una de ellas es que se angustia cada vez que se da cuenta de cuán incompletos somos. No solamente somos tristemente vulnerables, sino que además nacemos diez o doce meses antes. Todo andaría mejor si fuéramos gestados en unos 20 meses. En este caso saldríamos del útero un poco mejor terminados.

Esta carencia (la incompletud) es determinante de una cantidad de reacciones que no tendríamos si naciéramos tan perfectos como los demás mamíferos (perros, gatos, caballos).

Todos conocen el dibujo del burro y la zanahoria. Pues bien, ha llegado el momento de que usted sepa que ambos personajes, (el burro y la zanahoria), representan al ser humano: el burrito persigue a la zanahoria así como los humanos perseguimos a otra persona creyendo que, si contáramos con su compañía, abandonaríamos definitivamente esa insoportable sensación de incompletud.

Pues bien, como en todas las especies mamíferas, nuestra hembra es la que seduce a, por lo menos, un macho, quien, a partir de ese momento ingresa en un estado pre-psicótico porque lo invade la omnipotencia, la soberbia, el delirio de grandeza y otros síntomas de la misma enfermedad: psicosis delirante aguda, vulgarmente llamada enamoramiento.

Si el varón responde adecuadamente, la mujer ingresa en una patología similar y también imagina que a partir de ahora terminarán para siempre las penosas sensaciones de incompletud. Como ambas locuras son similares y complementarias, la pareja ingresas en el mismo cuadro: el enamoramiento.

¿En qué consiste este síndrome (el enamoramiento)? En que ambos se imaginan completos; pierden transitoriamente la lucidez de reconocer que uno es el burro y que la otra es la zanahoria, objetivamente separados y distantes.

La Naturaleza ha dispuesto que esta locura a dúo, sea reversible y, cuando la mujer ha dado por terminada su gestación de nuevos ejemplares, paulatinamente comenzará a darse cuenta que está incompleta.

Seguidamente, al varón le ocurrirá lo mismo porque ella comenzará a enviarle señales de prescindencia (es decir, que puede prescindir de él).

Estos dos seres, ahora padres de algunos hijos, recobran la salud mental pero sintiéndose apenados porque, por la propia sabiduría de la Naturaleza que procura la conservación de las especies, aquella patología fue más gratificante que la horrible realidad, es decir, que somos irremediablemente incompletos.

(Este es el Artículo Nº 2.147)


El realismo de la realeza del rey

VIDEOcomentario

Propongo una hipótesis según la cual, la pobreza está fuertemente vinculada a la pérdida de realidad, al excesivo idealismo y a la delirante espiritualidad.

Imaginemos un gran palacio, rodeado de muros muy elevados, como los que tienen las cárceles, pero destinados a que nadie entre, en vez de estar destinados, como en las cárceles, a evitar que alguien salga.

De más está decir que esta situación ocurre así porque dentro del palacio todos viven mejor que afuera de los muros, mientras que dentro de la cárcel todos viven peor que adentro de los muros.

Uno de los sentimientos que impulsa ingresar o egresar, según los casos mencionados, es la envidia. Los que están afuera del palacio envidian a los que están adentro y quieren entrar, mientras que los que están adentro de la cárcel envidian a los que están afuera y quiere fugarse.

Como toda regla general, existen excepciones: algunos que lograron ser aceptados para vivir en el palacio finalmente desistieron y prefirieron volver a vivir con el pueblo, así como algunos que lograron pagar la deuda con la sociedad y fueron aceptados por esta en calidad de ex-convictos, luego reincidieron en la actividad delictiva e ingresaron nuevamente a la cárcel.

Si logramos comunicarnos en este planteo, casi gráfico, del palacio y la cárcel, pasaré a compartir un comentario para que usted lo juzgue con su criterio personal.

En el palacio vive un rey con su corte, compuesta por familiares, colaboradores, auxiliares, artistas, asesores y algunos inútiles pero simpáticos.

Todo lo que concierna al rey merece el nombre de «realeza» y decimos que algo es «real» cuando proviene del rey.

«Realeza» y «realidad» significan cosas muy similares. Quizá, en su origen, los hispanoparlantes quisieron creer que las ideas del rey siempre eran buenas porque estaban inspiradas en la realidad.

Es posible pensar que en ese mundo inconsciente que nos gobierna, tan determinado por fenómenos lingüísticos, (como son el significado de las palabras, pero también por su etimología y hasta por las proximidades fonéticas), hayamos intuidos que la riqueza, el confort, el bienestar, la calidad de vida, están del lado de la realidad, mientras que la pobreza, la incomodidad y demás inconvenientes derivados de la escasez de recursos materiales, están fuera del castillo, alejados de la realeza y de la realidad.

En suma: es probable que la pobreza sea un fenómeno vinculado con el idealismo, con el alejamiento de la realidad material.

Es probable también, que los clérigos de más alto rango se alojen dentro del palacio porque a esa investidura la lograron asumiendo más realismo que los sacerdotes más idealistas.

(Este es el Artículo Nº 2.127)


Socialismo, capitalismo y envidia


El socialismo y el capitalismo son estilos de organización social determinados por la administración de la envidia que todos sentimos, lo aceptemos o no.

Cuando pensamos en organizar la sociedad (el colectivo en el que vivimos), tenemos dos opciones:

1) Desarrollamos un Estado que acumule, guarde y administre la mayor cantidad de la riqueza que todos producimos (socialismo); o

2) Dejamos que los ciudadanos tengan la libertad de acumular la cantidad de dinero que sean capaces (capitalismo).

Puesto que ambas opciones tienen aspectos positivos y negativos, difícilmente encontremos colectivos que hayan elegido uno solo con exclusión del otro (Cuba y Corea del Norte funcionan con regímenes exclusivamente socialistas). Salvo estas dos raras excepciones, los pueblos optan por una organización básicamente socialista con rasgos capitalistas (China, Brasil, Argentina) o una organización básicamente capitalista con rasgos socialistas (Estados Unidos, Francia, Inglaterra).

Comentaré un inconveniente y una virtud de uno y otro sistema de organización, considerando que la envidia es un sentimiento universal que nos influye individual y colectivamente, pero cuya existencia solo aceptamos en los demás y difícilmente en nosotros mismos.

Socialismo:

Virtud: Los ciudadanos envidiosos (la mayoría absoluta), no sufren pensando que un ciudadano de carne y hueso como ellos posee una gran fortuna. Los envidiosos jamás envidiarían la riqueza del Estado, solo envidian a personas como ellos mismos;

Defecto: Las personas de carne y hueso que administran la fortuna del pueblo, no la cuidan, tratan de apropiarse de ella (robarla) o la despilfarran pues no les costó crearla. Otros fueron quienes trabajaron, produjeron y ahorraron.

Capitalismo:

Virtud: Los ciudadanos envidiosos tienen la oportunidad de calmar su mortificación procurando obtener mediante su esfuerzo aquello que otros tienen y ellos desearían tener. La envidia en el capitalismo es un factor estimulante de la producción, de la competencia, del crecimiento tecnológico y de la prosperidad. Sus fortunas son administradas con gran celo, no hay despilfarros y las fuentes de trabajo que crean (con fines de lucro) están administradas tratando de estimular la máxima productividad de los recursos;

Defecto: Siempre está presente el peligro de que algunos agentes económicos abusen de su poder económico explotando desconsideradamente a los trabajadores. El individualismo, la mezquindad y el afán de lucro crean sociedades donde los menos favorecidos (niños, ancianos, enfermos) corren serios riesgos de perecer.

(Este es el Artículo Nº 2.117)


La economía es una ciencia estomacal

Los desocupados colaboran, sin darse cuenta, en controlar la inflación.

Podría decir que «La indiferencia es rentable», si fuera capaz de fundamentarlo.

Podría decir que «La necesidad nos quita fuerza negociadora», si fuera capaz de fundamentarlo.

Veamos un ejemplo de cada caso:

— Si comprar o no comprar un cierto objeto me da lo mismo, (indiferencia), no estaré dispuesto a hacer cualquier esfuerzo con tal de tenerlo. Lo obtendré solo en el caso de que sea muy barato o en el caso de que me lo regalen.

— Si estoy desesperado por tener un cierto objeto (necesidad), quizá esté dispuesto a pagarlo más caro de lo que vale.

Desde hace varios siglos, los economistas no han logrado disminuir la pobreza pero saben colaborar con ella cuando sugieren que para evitar la inflación es necesario que haya trabajadores desocupados.

¿Cómo funciona esto?

Si no es fácil conseguir trabajo los desocupados serán personas que bajen sus pretensiones de ganar mucho dinero porque, como dije más arriba, «La necesidad nos quita fuerza negociadora».

Por el contrario, si el índice de desocupación es muy bajo, son los empresarios quienes padecerán la necesidad de trabajadores y, por lo tanto, serán los empresarios quienes padecerán «La necesidad que les quita fuerza negociadora». Como los empresarios no pueden producir si no obtienen ganancias, habrá un fenómeno inflacionario porque los costos de los empresarios serán mayores al tener que pagar salarios más elevados.

La indiferencia equivale a la saciedad y la necesidad equivale al hambre.

Si los empresarios ofrecen puestos de trabajo muy codiciados por muchos desocupados, se sentirán como reyes, pero si necesitan trabajadores y no los encuentran, esos mismos reyes se sentirán como pordioseros.

El hambre y la saciedad determinan todos los fenómenos de la economía. El órgano rector de esta ciencia no es el cerebro sino el estómago.

(Este es el Artículo Nº 2.114)


Libre albedrío, salud y carácter dominante


Quienes creen en el libre albedrío también entienden que la vida en los humanos no es tan automática como es la vida del resto de los seres vivos. Suponen que deben controlarse y, eventualmente, suponen que deben controlar a los demás.

El libre albedrío es la postura filosófica según la cual los humanos podemos tomar decisiones auténticas, sin ser influenciados por ninguna otra cosa que no sea la propia inteligencia o la voluntad.

Esta postura filosófica se contrapone al determinismo, según el cual los humanos NO podemos tomar decisiones auténticas, sino que es la Naturaleza la que nos hace actuar, como también hace actuar a cualquier otro elemento, con o sin vida: un árbol, una hoja en el viento, un terremoto.

Quienes creen en el libre albedrío son mayoría absoluta. Muy pocos creemos en el determinismo.

Según esa corriente de máxima aceptación, al descreer en los dictados de la Naturaleza, a la vez que creen en la capacidad del ser humano de gobernar su propia vida, consideran que la existencia debe ser gestionada, gerenciada, dirigida, trabajada por cada uno de nosotros. Creen que para vivir hay que pensar cómo vivir, qué hacer, qué comer, qué movimientos realizar, cómo controlarnos hasta en los más mínimos detalles. Esta mayoría cree que nuestro cuerpo es como una máquina, que requiere observación, análisis, mantenimiento, vigilancia, máximo control.

Todo esto, según los deterministas, es un error porque ningún otro animal, de anatomía similar o no similar a la humana, toma tantos cuidados o intenta ejercer tanto control y, sin embargo, vive normalmente.

Quienes creen en el libre albedrío realizan una serie de acciones cuando sienten algún dolor: toman un calmante, consultan Internet, consultan a un médico, ingieren ciertas sustancias químicas supuestamente tonificantes, preventivas, enriquecedoras.

Con esa actitud, según creo y les propongo pensar, prácticamente anulan los procesos de auto-sanación propios de cualquier organismo vivo. No solo interrumpen el proceso auto-curativo sino que, en el mediano plazo, esa actitud continua atrofia los mecanismos naturales de auto-curación. Por este motivo, luego de haber logrado esa atrofia, pasan a ser personas totalmente dependientes de la medicina.

Es normal, entre quienes creen en el libre albedrío, la fantasía según la cual la salud es un tema de negociación con el médico, de manera similar a que es realmente negocial cuando concurren al mecánico y este propone algunas opciones (comprar un repuesto original o uno adaptable, reparar el actual, hacer alguna modificación general).

En suma: quienes creen en el libre albedrío son personas que se imaginan capaces de controlar sus vidas, y, como son coherentes, también se imaginan capaces de dirigir la vida de otras personas (familiares, amigos, conocidos).

(Este es el Artículo Nº 2.152)