En el artículo titulado Soy libre de hacer lo que deba les comentaba que el libre albedrío es una idea que nos hemos inventado para suponer que controlamos nuestra vida pero sobre todo para que nuestras acciones puedan ser controladas por la sociedad.
Gracias a que partimos del supuesto de que somos responsables es que la justicia puede juzgar y condenar a quienes perjudican al colectivo.
Cada vez estamos más cerca de demostrar que todas nuestras acciones, ideas y sentimientos son causados por fenómenos orgánicos, anatómicos, hormonales, químicos.
Por lo tanto, no somos responsables de lo que hacemos, pensamos o sentimos pero por ahora no tenemos más remedio que amenazar o castigar a nuestros semejantes imaginando que son dueños de sus actos.
Hasta que no se descubrió la existencia de las vitaminas como ingredientes necesarios para nuestra alimentación, hubiera sido disparatado que alguien comiera zanahoria para mejorar su visión con la vitamina A que contiene.
Con idéntico criterio, los psicofármacos son alimentos que pueden ser necesarios para nuestra alimentación porque de lo contrario podemos estar tristes, desganados, agresivos, obsesionados, paranoicos, delirantes, maníacos.
Resumo: Necesitamos creer en la existencia del libre albedrío para organizarnos como sociedad. Eso no quita que en realidad nuestra conducta sea la causa del funcionamiento cerebral, hormonal, molecular, químico.
Este origen netamente orgánico de nuestra forma de ser, sentir y actuar, hace que a veces tengamos que complementar nuestra alimentación con sustancias muy específicas (psicofármacos) para que la salud mental sea la adecuada.
En suma: Si alguien tiene dificultades mentales, emocionales, sexuales, es probable que necesite un complemento alimenticio que le restablezca la salud para lo cual debe consultar a un cocinero que llamamos psiquíatra.
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