viernes, 8 de noviembre de 2013

Fortalezas y debilidades, propias y ajenas

  
El psicoanálisis nos ofrece algunas ideas útiles. Conocer las debilidades y las fortalezas humanas, propias y ajenas, es rentable.

Parece que es cierto aquello de que «todos los extremos son malos» y el psicoanálisis trata de contribuir, a su manera, para que todos podamos mantenernos lo más cerca posible de los «extremos», pero sin llegar a ellos porque, según el refrán, «son malos».

La cultura nos impone un malestar, gracias al cual andamos por la vida soportando dos fuentes de incomodidad:

— la natural, que nos provoca hambre para que comamos, cansancio para que durmamos, miedo para que huyamos o ataquemos; y

— la cultural, que nos provoca asco ante lo que no deberíamos aceptar; vergüenza, para que la sensación de ridículo nos mantenga atentos a cómo actuamos ante los demás; el pudor, para que seamos temerosos de la sexualidad y de los placeres en general.

El psicoanálisis nos ofrece, como su nombre lo indica, una análisis de la psiquis, para que manejemos nuestra vida con un poco más de criterio, para que podamos observarnos cómo las circunstancias nos llevan para un lado y para el otro (determinismo y no libre albedrío), para que podamos tener una explicación más o menos confiable de cómo somos, de cómo podríamos ser y de cómo sería imposible que llegáramos a ser, aunque algunas creencias idealistas nos alienten a buscar logros imposibles, aunque muy seductores.

El psicoanálisis, por ejemplo, nos dice que solo somos cuidadosos con nuestras propiedades, pero que tenemos escasa aptitud para cuidar los bienes ajenos.

Quien sabe cómo funciona la psiquis humana, (la propia y la ajena), está mejor preparado para ganarse la vida que otro a quien le parece que los humanos somos honestos, confiables, responsables, cuidadosos de lo ajeno.

Conocer las debilidades y las fortalezas humanas, propias y ajenas, es rentable.

(Este es el Artículo Nº 2.043)


El azar determina nuestra existencia


Vivimos influenciados por el azar que determina cada uno de los factores que dan por resultado esto que somos.

¿Por qué será que algunas personas tienen mejor calidad de vida que otras?

Entiendo por «calidad de vida» el bienestar, el tener una vida digna, no carecer de elementos tan básicos como son: una buena alimentación, alojamiento amplio, higiénico, resistente a las inclemencias del clima,  protector de las temperaturas extremas; ayuda adecuada para cuidar o restablecer la salud; oportunidades de crecimiento personal, social, intelectual; protecciones razonables contra los cambios imprevistos (hambrunas, epidemias, recesión económica, conflictos bélicos y políticos de inhabitual intensidad).

No podemos pretender tener una vida asegurada contra todo riesgo, pero sí podemos aspirar a que una mayoría tenga posibilidades de tener lo que necesita, sin lujos pero sin carencias injustas.

Y retomo la pregunta inicial: ¿Por qué será que algunas personas tienen mejor calidad de vida que otras?

Algunos dan explicaciones imaginando que en esta vida pagamos deudas y culpas de vida anteriores y que las penurias actuales no son otra cosa que el castigo purificador de malas acciones anteriores al embarazo que nos gestó.

Otros dan explicaciones imaginando que, entre los humanos, existen personas malvadas que abusan de su poder, (ricos, millonarios, potentados, latifundistas, banqueros, herederos, especuladores, magnates, políticos inescrupulosos, narcotraficantes, contrabandistas, estafadores, funcionarios corruptos, tiranos, proxenetas), y que, mediante ese abuso de poder, se apropian de cantidades de bienes que deberían ser repartidos equitativamente entre todos, para que nadie tenga más que nadie.

Existen otras hipótesis. Les propongo una:

Los humanos nacemos con suertes diferentes: en la salud, en la familia, en la época, en la dotación genética, en las oportunidades, en el país. Por tanto, vivimos influenciados por una lotería continúa, que determina cada uno de los factores que dan por resultado cómo somos y estamos.

(Este es el Artículo Nº 2.035)