sábado, 26 de febrero de 2011

La admiración hacia quienes desconfían de nosotros

Los proveedores poderosos nos obligan a pagarles por adelantado, y paradójicamente, eso hace que confiemos más en ellos.

En otro artículo (1) retomé la antigua metáfora de comparar a los humanos agresivos con lobos y a los humanos mansos con corderos.

El texto pretende aportar otro punto de vista más sobre las posibles causas de la pobreza patológica, porque algún día, ustedes y yo, encontraremos las soluciones que hace milenios venimos buscando.

Son muy pocas las personas que admiten ser cobardes.

Si bien son pocas las personas que hacen ostentación de valentía (por temor a que alguien los desafíe a demostrarlo), la mayoría nos mantenemos en un punto medio, en el que desearíamos que nos cataloguen de valientes sin pedirnos alguna demostración.

Esta polivalencia afectiva (queremos pero no queremos, desearíamos ser considerados valientes pero mejor que nadie trate de comprobarlo, nos fascina identificarnos con héroes, heroínas, superpoderosos, líderes muy populares, ...), esta polivalencia afectiva —repito—, no hace más que debilitarnos, deprimirnos, aportarnos inseguridad, bajar nuestra autoestima. En resumidas cuentas, nos afinca en el polo de la cobardía aguda, crónica y sistemáticamente negada.

Ahora veamos otro artículo (2) donde les comento que cuando compramos una mercancía o un servicio donde nos cobran por adelantado, nos están obligando a confiar en ese proveedor y —simultáneamente—, están desconfiando de nuestra vocación de pago, honestidad, responsabilidad.

Acá encontramos una relación lobo-cordero. Quien cobra primero tiene la fuerza y agresividad suficiente como para imponernos sus condiciones, nos obliga a confiar en el lobo.

Ocurre entonces, que como nos cuesta reconocer nuestra cobardía, no solo pagamos lo que nos piden sino que estamos dispuestos a defender a nuestro lobo para demostrar que pagamos por adelantado, no por miedo sino por convicción, haciendo uso de nuestro idílico libre albedrío.

(1) La cadena alimentaria de los caníbales urbanos

(2) La confianza mata al hombre o a su santo protector

Artículo vinculado:

El amor atamorizado

●●●

No hay comentarios: