Para las mujeres, separarse de su pareja es más problemático que para los varones.
Lo único que efectivamente indica que hombres y mujeres pertenecemos a la misma especie (humana), es que sólo pueden ser fecundadas por varones. El semen de ninguna otra especie las embaraza (1).
A partir de este único hecho específico, surgen otros de menor valor real, aunque nuestra mente —porque terminó de formarse fuera del útero materno—, hace que los varones hayamos establecido un vínculo especial con nuestra madre e indirectamente con las mujeres.
Por su parte, las niñas también tienen una evolución cerebral similar, pero las consecuencias son diferentes porque ambas (madre e hija), tienen una anatomía similar.
Que la ciencia aún no haya descubierto cómo se generan las producciones afectivas, filosóficas o religiosas, no es suficiente prueba de que surjan de una entidad no material (espíritu, alma), como piensan los idealistas.
Como les decía en (2), el instinto femenino detecta con gran precisión, qué varones poseen el capital genético más adecuado para combinarse con el de ellas y gestar nuevos ejemplares que mejoren la especie.
Aunque nuestra cultura distorsiona los hechos reales, son las mujeres las que eligen al o a los varones que pueden fecundarla.
Por su parte, los elegidos podrán fecundarlas siempre que no estén inhibidos por la represión neurótica (matrimonio, timidez, inmadurez afectiva) o alguna otra característica invalidante (impotencia, homosexualidad, esterilidad).
Es por eso que las mujeres sufren las rupturas afectivas mucho más que los varones, pues para estos casi cualquier mujer pueden atraerlos, pero ellas nunca eligen cualquier varón sino a unos pocos que su instinto les impone.
Los creyentes en el libre albedrío gozan con teorías mucho más románticas que esta.
Los nazis se creían una raza superior. Con una soberbia similar, también podemos creer que somos una especie superior.
(1) Una hipótesis de lo peor
Nadie es mejor que mi perro
Ya sé por qué no me entiendes
Ser varón es más barato
(2) «A éste lo quiero para mí»
«Soy celosa con quien estoy en celo»
«La suerte de la fea...»
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