Es posible pensar que madre biológica suele haber una sola y que madres no biológicas pueden haber miles.
Eso de que
«madre hay una sola» es cierto hasta por ahí nomás.
La
mencionada aseveración es incuestionablemente cierta desde el punto de vista
biológico. Somos gestados y paridos por una sola persona... aunque algunos
métodos de reproducción asistida (fecundación in vitro, por ejemplo) relativizan la cantidad de madres que uno
puede tener.
En todo lo
demás, esa única madre deja de ser tan monopólica porque el concepto «madre» es
algo que tenemos desarrollado en nuestra psiquis, a partir de múltiples
experiencias de vida, en las que pueden participar o no las madres biológicas.
Las
manipulaciones que recibe nuestro cuerpo en el comienzo de la vida, son
esenciales para el desarrollo corporal, especialmente a nivel del sistema
nervioso, pero también sobre cómo aprendemos a amar.
Este
sentimiento (el amor), es imprescindible para que podamos ser todo lo gregarios
que necesitamos ser para vivir en sociedad, para integrarnos a las redes de
intercambio, incluida Facebook.
La noción
de «mamá» tiene a nuestra madre biológica como la principal protagonista del
fenómeno «dar y recibir» amor, pero si observamos con detenimiento vemos que
otras personas también participan en el desarrollo de nuestra capacidad
amatoria que, como dije, determinará
nuestra capacidad de integrarnos al colectivo donde vivimos.
No
solamente los familiares más allegados tienen funciones maternas (que
desarrollan nuestra capacidad de amar). Los desconocidos que nos miran con
simpatía, los animales con los que interaccionamos, ya sean mascotas de nuestro
hogar u otros con los que nos cruzamos en la vida.
Una casa
cumple roles maternos porque nos abriga, nos protege de la intemperie, se
asocia a gratos momentos de reunión, de juego, de trabajo.
Madre
biológica suele haber una sola y no biológicas, miles.
(Este es el Artículo Nº 1.792)
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