Un psicótico debe ser tratado de forma especial porque de lo
contrario su conducta nos haría perder el funcionamiento armónico.
Todos tenemos nuestras creencias personales,
pero estas no están desorganizadas. Por el contrario, son coherentes entre sí,
entre todas conforman una «ideología» armónica.
Imagino que
nuestras creencias son tan afines entre sí, que si solo una de ellas
cambiara, todas las demás deberían hacerlo.
Acertadamente, algunos llaman a todo esto «sistema de creencias», quizá
evocando al «sistema planetario» que también funciona con tan alto grado de
sincronización que, para copiarlo y aprovechar su perfección, inventaron el
reloj: conjunto de piezas que siempre logran un mismo resultado final.
Este
resultado final es la réplica de lo que ocurre en el «sistema solar
[planetario]». A los geniales inventores del reloj se les ocurrió desarrollar
un complejo mecanismo cuyo único objetivo es que las piezas siempre giren a la
misma velocidad.
Nuestras
creencias también forman un complejo ideológico que terminan dando un mismo
resultado: que los pensamientos segregados por nuestro cerebro estén
armonizados con el resto del cuerpo al que pertenece ese cerebro.
Hasta el
psicótico más descompensado conserva esa perfecta armonía, aunque en su caso,
esta armonía está desfasada de la armonía de los demás integrantes del
colectivo al que pertenece el psicótico... por esto se lo considera enfermo,
simplemente porque los demás no estamos de acuerdo con él.
Es
imprescindible considerarlo enfermo e inadecuado para convivir con los demás,
porque la sociedad también funciona armónicamente.
Los
ciudadanos no tenemos una conducta libre sino que estamos condicionados por los
demás, por sus normas, por los agentes del orden, por la propia sanción social
cuando padecemos la reprobación por nuestra conducta.
Por esto el
psicótico tiene que ser tratado de otra manera: él es una pieza del «reloj
social» que se ha deformado.
(Este es el
Artículo Nº 1.637)
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1 comentario:
Antes estaban apartados de la sociedad.
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