viernes, 31 de agosto de 2012

Consecuencias de controlarlo todo




El afán de controlarlo todo nos provoca insomnio, que compensamos consumiendo psicofármacos, y nos provoca anorgasmia, que ocultamos mediante la apatía sexual.

Los franceses dicen que el orgasmo es «una pequeña muerte». No sé quién dijo que «dormir es ensayar la muerte».

Si tomamos en serio estas definiciones, podemos entender por qué tantas personas padecen insomnio y anorgasmia (ausencia o insuficiencia de orgasmo sexual).

Para los humanos es muy difícil entender algunas cosas cuando son muy importantes. Es insólito, pero así sucede: Cuando necesitaríamos que nuestra inteligencia llegara al máximo de lucidez, es cuando se comporta con más ineficiencia.

Efectivamente, nuestra inteligencia cree que podemos controlar todo lo que amenaza nuestra integridad, bienestar, vida. Al intentar controlarlo, se estresa y  tarde o temprano, se da cuenta que es imposible. Como está tratando de resolver un asunto de vida o muerte, ¿qué hace?: aplica más de lo mismo.

Cuando alguien empieza a notar que es imposible controlarlo todo, que tener una vida tranquila es una quimera, que evitar los problemas es una ilusión, no opta por dejar que la vida fluya, muy por el contrario, se pone más y más insistente para tratar de ser más controlador, agresivo, violento, desesperado.

El suicidio es una forma de controlar cómo y cuándo morir.

Detrás de todo este mundo loco, exasperado, intolerante con las frustraciones,  está la causa número uno: creer que podemos controlarlo todo, es lo que nos impulsa a intentarlo, y si creemos eso es porque antes nos convencimos de que el libre albedrío existe.

Cuando digo «más de lo mismo», me estoy refiriendo a que para controlar el sueño intentamos provocarlo consumiendo psicofármacos, o que renunciemos al placer sexual porque se ha convertido en una carga insoportable, en tanto es en esa actividad donde solo encontramos fracasos, impotencia, recriminaciones.

(Este es el Artículo Nº 1.651)

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