Es probable que los regímenes económicos sean fenómenos naturales y que la ecología los entienda mejor que la economía.
Quizá no sea prematuro ir concluyendo que no existe la teoría económica que nos salve de las escaseces, ineficiencias, crisis.
Durante más de setenta años la Unión Soviética nos hizo creer que el comunismo es la solución, hasta que colapsó en 1989.
En este momento tenemos la isla cubana en la que hace más de cincuenta años se procesa una «revolución» que ya parece un giro descontrolado y caprichoso porque, por definición, una revolución es algo que gira, cambia el rumbo, se reorienta y luego deja de dar vueltas.
En China el comunismo maoísta tiene más de sesenta años y parece tener larga vida porque de la teoría ortodoxa conserva discretos indicios.
El capitalismo, bastante más longevo que el comunismo, lleva tres siglos de vida (si aceptamos que su origen se remonta al siglo 17 en Inglaterra) pero durante esta segunda década del siglo 21 está exhibiendo preocupantes quebrantos de salud
— Podríamos pensar que el ser humano necesita las crisis porque el «fenómeno vida» (1) depende de los cambios, el dolor, la muerte que habilite nuevas vidas.
— Podríamos pensar que no necesitamos este tipo de cambios pero que estamos empecinados en tratar los temas económicos como si fueran asuntos dependientes del dinero y la producción cuando en realidad dependen del deseo humano, del cual no sabemos prácticamente nada.
— Podríamos pensar que los regímenes económicos no dependen para nada de la voluntad humana sino que son fenómenos naturales, circunstancias propias de cada región geográfica, como lo son el clima seco, frío, ventoso, tropical, pero que los humanos, como integrantes jactanciosos de esos fenómenos naturales, nos creemos protagonistas, encargados, responsables, simplemente porque a nuestro cerebro le da por creer en su libre albedrío.
(1) Los estímulos para la vejez
Los perjuicios de las donaciones
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