domingo, 4 de diciembre de 2011

La arrogancia en defensa propia

El orgullo es un sentimiento que nos defiende cuando estamos débiles para seguir viviendo.

Nuestra psiquis tiene una cierta capacidad para recibir y administrar información. Se parece al disco duro de una computadora: posee un cierto tamaño y una determinada velocidad de procesamiento de los datos.

Me rectifico: el disco duro de una computadora se parece a la psiquis humana porque su diseño fue copiado de ella.

Sin embargo, aunque hubo una copia, la diferencia de complejidad entre la mente humana y la computadora más sofisticada, es la misma diferencia de complejidad que existe entre una nave espacial y un destornillador.

Contar con ideas, nociones, información e hipótesis aumenta las posibilidades de que el cerebro pueda hacer producciones más interesantes y rentables (1).

Pero como menciono en el mismo artículo (1), son muy importantes nuestras creencias.

Si creemos que ya lo sabemos todo, nuestro interés por averiguar, informarnos, inventar, estará totalmente desestimulado. Esa gran maquinaria (la mente) será inútil porque no tendrá combustible (estímulo, energía).

Si creemos que nos queda mucho por conocer, la avidez por estudiar trepará a niveles máximos.

Como la psiquis dispone de una capacidad limitada, todo lo que no pueda recibir lo desechará y en esto actúa el instinto de conservación: si la ignorancia nos agobia, nos deprime, automáticamente desarrollaremos la creencia en que ya lo sabemos todo o en que lo que nos falta por conocer es irrelevante.

En otras palabras: los automatismos biológicos de auto-protección se encargan de generarnos ideas, sentimientos, reacciones defensivas cuando nuestra capacidad de respuesta está llegando al límite.

Por eso muchas personas son arrogantes, orgullosas, se jactan de saberlo todo.

Cuando observamos estas conductas en nosotros mismos o en los demás, debemos saber que se han traspasado los límites de esfuerzo biológicamente disponibles y necesitamos engañarnos (arrogancia) «en defensa propia».

(1) La ceguera por convicción

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