El determinismo hace que yo piense y publique diariamente ideas sobre cómo resolver la pobreza involuntaria y el mismo determinismo provocará algunos cambios.
«Si usted cree en el determinismo, ¿para qué publica diariamente ideas sobre la pobreza patológica?», preguntan algunos lectores poseedores de la energía suficiente como para comunicarse conmigo.
La respuesta no es sencilla pero «no hay peor gestión que la que no se hace».
Defino al determinismo como la postura filosófica según la cual todo está determinado por la naturaleza en un régimen de azar puro.
Los humanos somos títeres gobernados por esas fuerzas naturales (físicas y químicas), aunque poseemos la posibilidad de observarnos y describirnos con bastante imprecisión.
Yo, Fernando Mieres, buscador y publicador de las causas de la pobreza patológica, no puedo dejar de hacerlo porque estoy determinado. Si se rompe mi computadora o pierdo el suministro de energía eléctrica y ADSL, busco dónde poder trabajar. Es obvio que no hago este trabajo porque lo he decidido con libre albedrío.
Además, eso que a mí me ocurre (pensar, observar, escribir sobre temas de economía pensada con criterios del psicoanálisis), produce textos que son leídos por ustedes, provocando en vuestros cerebros alteraciones neuronales y químicas, escasamente verificables pero inevitables.
Esos cambios neuronales y químicos en los cerebros que casualmente hayan sido estimulados por mis ideas, ordenarán acciones inevitables (determinadas y no voluntarias), que en pocos años, en pocas generaciones o en pocos milenios, terminarán provocando (o no) la desaparición de la pobreza, la desaparición de la riqueza obscena que ofende la dignidad de la especie o cualquier otro cambio inevitable, fortuito, azaroso, casual.
En suma: la naturaleza y el azar hacen que yo piense y publique todo esto y la misma naturaleza y azar harán que algo ocurra (o no) con prescindencia de la voluntad humana.
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