La pobreza patológica existe porque somos vulnerables a la miseria que nos muestre un semejante para que lo ayudemos.
La pobreza patológica ocurre siempre en las
clases socio-económicas más bajas, porque la condición patológica está dada por
los costos que de esa condición recaen sobre otros ciudadanos.
Alguien puede vivir con la escasez o
abundancia que prefiera, pero si lo hace a costa de alguna molestia injusta
sobre otras personas, entonces el síntoma doloroso será lo que tipifica su
condición de «enfermedad».
En general,
entendemos que una enfermedad es aquella donde tenemos un aquejado que padece
un malestar. El sufrimiento indeseado del enfermo es lo que lo anima a trabajar
para curarse y es en esa tarea que el enfermo realiza, donde eventualmente
podemos colaborar si él nos lo pide y nosotros estamos en condiciones de
ayudarlo.
La
sensibilidad de los humanos tiene algunas características determinantes para
que, esas personas de bajos recursos, impongan, exijan, extraigan alguna
colaboración del resto de la sociedad.
Esta
exigencia es casi delictiva en tanto los pobres patológicos chantajean,
extorsionan, coaccionan, para obtener los recursos que necesitan.
Por
ejemplo: una característica humana que no podemos soslayar, es sentir daño
moral, tristeza profunda, dolor en el alma, cuando vemos a niños desabrigados,
sucios, hambrientos.
Esta
mortificación es similar a la que sufrimos cuando alguien nos pincha con un
puñal, nos amenaza con un revólver, nos tuerce un brazo con una llave de judo.
Por lo
tanto, si alguien nos amenaza con un
arma para quitarnos dinero o nos muestra la miseria de sus hijos, nos
extorsiona de una forma similar a si nos raptan a un ser querido y luego nos
chantajean pidiendo un rescate.
En suma: la pobreza patológica existe porque somos
vulnerables a la miseria que nos muestre un semejante para que lo ayudemos.
(Este es el
Artículo Nº 1.633)
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