lunes, 2 de julio de 2012

Contraindicaciones de la ficción



Las películas, novelas, comics y libros de autoayuda obstaculizan o enlentecen nuestras actuaciones reales y concretas, de dos maneras.

Como creo en el determinismo, creo que nada podemos hacer deliberadamente. Todos nuestros intentos de controlar las circunstancias son puras fantasías ineficaces.

Si bien los gobiernos persiguen la drogadicción a sustancias psicoactivas, en los hechos solemos vivir en mundos paralelos al real, creyendo en que «querer es poder», «la fe mueve montañas», «lo imposible solo toma un poco más de tiempo».

Estas creencias son delirantes en cuanto a que gobiernan nuestras vidas. Las tomamos en consideración como datos de la realidad. Precisamente eso caracteriza a un delirio psicótico: es una realidad personal, imposible de ser compartida por los demás.

En este caso, como la creencia puede contar con muchos adherentes, se aparta de la definición pues el puro idealismo tiene abundantes seguidores.

Oímos que se dice «perro que ladra no muerde» para significar que el animalito sólo pretende asustar pero no está en sus planes lastimar a nadie, pero cuando está referido a los humanos, significa que los discursos, las promesas y los anuncios (ladridos) no son más que eso: puro sonido que no terminará en acciones concretas.

Los comics, las películas y novelas de aventuras, la publicidad, y hasta los libros de autoayuda, son disfrutados porque nos permiten soñar con una grandiosidad que nos convertiría en la persona más poderosa del planeta y, por lo tanto, en permanentemente felices.

Estos insumos alucinantes nos obstaculizan cualquier realización personal de dos maneras:

— Si nos identificamos intensamente con el héroe, creemos durante demasiado tiempo que ya estamos realizados;

— Si en algún momento recobramos la lucidez empañada por el poder hipnótico de estas ficciones, muy posiblemente quedemos paralizados (desilusionados, desmotivados, desmoralizados) al descubrir cuánto más débiles, incapaces, cobardes y fatigables que el héroe, somos.

(Este es el Artículo Nº 1.588)

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