lunes, 2 de julio de 2012

El repudio a los judíos y al dinero



Por ser acusados de matar a nuestro Gran Salvador (Cristo), los cristianos odian a los judíos y a su condición de hábiles usuarios del dinero.

Aunque la ciencia afirmara que el libre albedrío no existe, que estamos determinados por nuestra condición humana, por los fenómenos naturales que nos trascienden y que no somos responsables absolutamente de nada que hagamos, habría un amplio sector de la humanidad que no podría aceptarlo porque se perdería algo más valioso aunque totalmente imaginario: la historia de Cristo y del cristianismo.

Si creemos en el determinismo tenemos que renunciar a vanagloriarnos de cualquier tipo de mérito, porque si no hay culpa por falta de responsabilidad tampoco hay protagonismo en cualquier fenómeno que nos involucre.

La historia de Jesús Cristo dejaría de existir.

Suponiendo que los hechos históricos fueran más o menos reales (lo cual es difícil de aceptar porque la «Divina Concepción» es insólita, increíble para mayores de nueve años), con el determinismo tendríamos que reconocer que el famoso Mártir no hizo ni dijo nada por su propia decisión sino que una interminable concatenación de hechos ocurridos en un determinado contexto universal, dio por resultado que esa persona hiciera y dijera todo lo que nos cuentan los apóstoles.

Si quienes viven tan cómodamente perteneciendo a la gran familia cristiana creyeran en el determinismo, tendrían que aceptar que, si fue cierto que los judíos condenaron injustamente a quien había nacido para inmolarse y así defendernos de la furia de su padre (Dios), entonces los judíos no habrían sido injustos ni merecerían el discreto repudio que todo buen cristiano debe profesar hacia los homicidas del Gran Salvador.

Con el determinismo y sin argumentos para odiar a los judíos, tampoco tendríamos que rechazar las tareas que ellos hacen mejor: prestar dinero con interés, comerciar, producir, evitar la pobreza.

(Este es el Artículo Nº 1.576)

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