martes, 1 de mayo de 2012

Las fantasías catastróficas




Las fantasías catastróficas son intentos de neutralizar otras fantasías según las cuales existe un destino inexorable (fatalismo).

Toda «primera vez» genera angustia. Genera lo que literalmente podemos llamar pre-ocupación, es decir, ocupación anterior a la ocupación misma.

La angustia, ¡sentimiento molesto, si los hay!, parece tener por objetivo generar un apronte, una predisposición, similar a la del deportista que antes de entrar a la competencia, salta en su sitio, hace elongaciones, se agita en vacío.

No demoramos mucho en aprender a pre-ocuparnos. El cuerpo memoriza todo lo que nos ocurrió para repetirlo si fue gratificante y para evitarlo si nos puso en peligro.

A estos funcionamientos comunes (aprender, repetir, evitar) se le agregan otros fenómenos psíquicos alimentados por contenidos fantasiosos, imaginarios, irreales, pero que dentro de nuestros cerebros no se diferencian de los efectivamente ocurridos.

En otro artículo (1) mencioné algo sobre los «pensamientos peligrosos» y en este artículo les comento qué ocurre cuando, para mitigar la angustia provocada por la preocupación que nos genera incertidumbre, elaboramos lógicas fantásticas pero que determinan conductas reales, efectivas, objetivas.

Quienes suponen que existe el destino, es decir, una fuerza desconocida, sobrenatural, inevitable, que fatalmente impondrá la ocurrencia de ciertos fenómenos que a cada uno nos tocó en suerte, quizá hayan elaborado también esas fantásticas lógicas para neutralizar los eventos desfavorables que la fatalidad nos tenga reservados.

La creencia en el destino (fatalismo) suele desarrollar pensamientos mágicos que intentan operar en igualdad de condiciones con esas fuerzas sobrenaturales.

En todo caso, si a ese pensamiento mágico no se lo considera tan poderoso, al menos es de gente responsable hacer (pensar, imaginar) todo lo posible para evitar las fatalidades («No hay peor trámite que el que no se hace»).

Por eso en los «pensamientos peligrosos» «ocurren» ciertas tragedias para que no ocurran en la realidad.

 
(Este es el Artículo Nº 1.537)


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