martes, 1 de mayo de 2012

La fortaleza de la flexibilidad



Lo poco o mucho que podamos hacer para conservarnos vivos, sanos y conformes, obtiene los mejores resultados de la flexibilidad.

Parecería ser que los humanos traemos algunas ideas incorporadas al cerebro así como las computadoras nuevas vienen con algún sistema operativo instalado por el fabricante.

Una de esas ideas es que para vivir tenemos que ser fuertes, entendiendo por «fuertes», la inflexibilidad, la dureza, la rigidez.

Aunque parecería ser que es la naturaleza la única que determina cuándo estamos vivos y cuándo dejamos de estarlo, nuestra filosofía, nuestra ideología, nuestra configuración de mundo, nos predisponen mejor o peor ante la suerte de seguir vivos, sanos y conformes.

Hace un tiempo publiqué en otro blog un pensamiento cuyo texto es: «Habría que tener mucho dinero para lograr la felicidad de quienes no tienen dinero». (1)

Aunque puede generar varias interpretaciones, la que a mí me inspira (que no es ni mejor ni peor que cualquier otra) es que la pobreza constituye una forma muy eficaz para «seguir vivos, sanos y conformes».

De esta interpretación puede deducirse que la riqueza es el camino más arduo, complejo y quizá no siempre más eficaz para alcanzar esos logros («seguir vivos, ...»).

El prejuicio universal según el cual «fuerte equivale a rígido» está en el núcleo de considerar a la riqueza como la mejor forma de vivir.

Como es lógico que ocurra, toda persona poseída por este prejuicio, será llevada inevitablemente a creer que la pobreza equivale a la debilidad que se manifiesta por la flexibilidad (falta de rigidez).

Hasta podríamos resumir diciendo que, según el prejuicio que estoy mencionando, toda flexibilidad equivale a debilidad y que toda pobreza equivale a debilidad.

Podría pensarse que nuestro desempeño sería bueno cuando tuviéramos incorporada la idea según la cual la flexibilidad aporta la fortaleza más eficaz.


(Este es el Artículo Nº 1.528)

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