sábado, 3 de marzo de 2012

El cerebro y la preferencia ideológica

La preferencia ideológica por el capitalismo o el socialismo es afectiva y cerebral.

Imaginemos la existencia de dos colectividades vecinas pero con culturas diferentes.

En una tienen la costumbre de realizar una ceremonia cuando los hijos cumplen dieciocho años, en la cual, solemnemente, los padres se reúnen con sus hijos y bajo la mirada testimonial de otros amigos, familiares y conocidos, el padre o la madre pronuncian algunas frases del tipo:

«Queridos hijos: hasta aquí llegamos juntos. Ahora ustedes se van cada uno por su lado y arréglense como puedan. Los ayudamos a desarrollarse como mejor pudimos. Ahora que somos vuestros amigos, queremos decirles que ¡les deseamos los mejor!»

A continuación, se confunden en cariñosos abrazos, familiares, amigos y conocidos.

En la comunidad vecina no realizan esta ceremonia. Los acontecimientos se van desarrollando naturalmente. Cuando los padres envejecen, ayudan en el cuidado de los nietos, dejan de trabajar y son cuidados por los hijos. Las familias cambian de tamaño incorporando yernos, nueras, nietos y sufriendo los fallecimientos.

El capitalismo se basa en la propiedad privada y en la libre competencia mientras que el socialismo se basa en la propiedad colectiva y en la administración de los asuntos económicos monopolizada por el Estado.

A cada habitante del planeta le toca vivir en un territorio que ya tiene una forma de administrar sus asuntos económicos, sin embargo cada uno está determinado orgánicamente (determinismo) para adherir emocionalmente al sistema que más le guste.

Quienes se sentirían cómodos en la primera comunidad, esa en la que los padres y los hijos se divorcian a los dieciocho años, prefieren el capitalismo y quienes se sentirían cómodos en la segunda comunidad, esa en la que el vínculo familiar no se rompe nunca, prefieren el socialismo.

La mayoría de los pueblos adopta y prefiere un sistema mixto.

(Este es el Artículo Nº 157)

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