domingo, 8 de mayo de 2011

Sobre la esclavitud maquillada

A los humanos nos gusta creer que somos libres, independientes, que nos auto-gobernamos, que nadie nos manda, que hacemos lo que queremos. Este autoengaño es un vicio que verdaderamente nos esclaviza.

De tanto tropezar ya tenemos claro que en la relaciones laborales «Más vale un mal acuerdo que un buen pleito».

La satisfacción de todos los participantes del mercado (agentes económicos) mejora la rentabilidad general y de sus participantes (empresarios, obreros, sindicalistas, estado, clientes).

La psicología está jugando —desde hace siglos—, un papel preponderante.

Bajo el rótulo de relaciones humanas (RRHH), la agresividad dañina propia de nuestra especie ha sido canalizada para evitar desbordes (abusos) traumáticos y antieconómicos.

Sin embargo es ilusorio, ingenuo e infantil pensar que estamos frente al añorado hombre nuevo de los socialistas.

La ingeniería psicológica logra los mejores objetivos presentando sus ideas de tal forma que las víctimas —sean quienes sean: trabajadores, empresarios, clientes—, no se den cuenta de que están siendo depredados.

Por ejemplo:

— un cliente puede ser inducido a comprar algo como bueno porque la publicidad se lo hace creer;

— Los líderes sindicales puede extremar su lucha para que los trabajadores terminen pidiendo un cese de las hostilidades … tal como los gremialistas habían acordado secretamente con los empresarios.

¿Qué tiene de malo la esclavitud? Es fea, tiene mal aspecto, antiestética, genera polución visual, es demasiado explícita, sincera, obscena.

La psicología (1) logró disimular la esclavitud (embellecer, decorar, maquillar) y podemos decir muy ufanos ¡somos libres! Con esta apariencia estamos contentos.

Reforzamos la sensación visual repudiando ostensiblemente la esclavitud.

En suma: Para no tener que engañarnos, es más corto el camino asumiendo que siempre somos esclavos: de nuestros instintos, del inconsciente, del deseo, de la moda, de la opinión ajena, de los líderes, de las creencias y muchos etcéteras más.

(1) La psicología como arma

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