Quien usa prendas escotadas, permite la exhibición de una parte sugerente (insinuante) de los senos, atrayendo las miradas de casi la totalidad de quienes se crucen con ella.
Sin embargo este espectáculo puede ser disfrutado tomando la precaución de no fijar la vista con excesiva insistencia, porque de hacerlo, podría molestar a su dueña, habilitándola para que se enoje, llamando la atención sobre la impertinencia de quien mira con demasiado desenfado.
Podemos concluir entonces que las mujeres, cuando muestran sus senos, desean ser miradas con disimulo.
La situación ideal ocurre cuando quienes estén fascinados por su belleza física, demuestren esta atracción de forma indirecta, por ejemplo sonriéndole, dedicándole más atención a lo que dice (sólo para disfrutar de reojo el bello paisaje), o procurando acceder a una visión completa con la suficiente intimidad como para poder besar, acariciar, lamer.
Con estas sencillas (y cotidianas) ideas que comparto con usted, pasemos a otro tema menos evidente, más sutil, pero mucho más frecuente.
Es casi seguro que el inconsciente existe, aunque no siempre lo definimos tan claramente como para saber de qué estamos hablando.
Al expresarnos, decimos más de lo que queremos.
Imaginemos que la chica del escote, dice: «Si muero, quiero que mis cenizas sean tiradas al mar».
Escuchar este enunciado, nos lleva a pensar que la joven está dando una orden que deberá ser cumplida después de su muerte... pero ella dice algo más sin darse cuenta.
Al decir «Si muero …» está mostrando que, en su interior, para sus adentros, admite la hipótesis de que también podría no morir.
Quienes oímos su error conceptual, solemos disimularlo tanto como nuestro embeleso por su senos.
Para su inconsciente, ella es inmortal.
En general, todos decimos más de lo que imaginamos pero el auditorio suele no percatarse o disimula para no molestar.
Nota: en la imagen, el fotógrafo captó el momento en que la actriz italiana Sofía Loren mira disimuladamente el escote de la actriz norteamericana Jayne Mansfield.
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