viernes, 1 de octubre de 2010

El desparejo reparto de la libertad

Alguien puede ser felicitado porque es un buen presidiario.

Estoy seguro de que existen personas de ambos sexos que poseen esta cualidad.

Claro que, por estar castigados con privación de libertad, el mérito se torna irrelevante.

Si flexibilizamos el significado estricto de estos enunciados, podemos pensar que un buen ciudadano, es alguien que NO goza de toda la libertad que desearía.

Para ser buen ciudadano necesita incluir en su conducta la incapacidad de transgredir las normas.

Admitida esta forma de expresarme, es posible afirmar que la diferencia entre un recluso y un buen ciudadano, está en que uno está encerrado por rejas de hierro y el otro por rejas morales.

Necesitamos estar seguros de que el libre albedrío existe, para poder sentir una diferencia radical entre rejas metálicas y rejas virtuales.

Quienes no creemos en el libre albedrío, pensamos que unos y otros somos presidiarios, razón más que suficiente para que una mayoría rechace el determinismo, aunque su existencia sea más creíble.

Ahora quiero hacer un comentario referido específicamente a las presidiarias.

Ellas y ellos, coincidimos en que la conducta de las mujeres debe incluir dos características básicas:

— deben ser buenas madres;
— deben restringir sus deseos sexuales, absteniéndose de ser prostitutas y lesbianas.

Con estas dos exigencias, ellas quedan encerradas en una cárcel de alta seguridad.

Repito: estas son exigencias impuestas a las mujeres por los hombres y por las mismas mujeres.

Como el dinero es un derecho a ser libre porque permite la satisfacción de necesidades y deseos, podemos deducir que

— la riqueza es masculina; y que
— la pobreza es femenina.

Sustituyendo las palabras, ellos tienen patrimonio (libertades y derechos) y ellas tienen matrimonio (restricciones y obligaciones).

Para tranquilidad de los conservadores, millones de personas defienden este estado de cosas.

●●●

No hay comentarios: