Un chantaje emocional (amenaza de renuncia, de suicidio), es efectivo si la víctima cree que el chantajista controla sus actos.
La creencia en el determinismo (es decir, que
no tenemos libertad para hacer lo que queramos sino que siempre estamos
determinados por factores conocidos y desconocidos), quizá no sea verdadera
pero lo cierto es que resuelve algunos problemas intelectuales.
Por ejemplo, cuando pensamos que alguien está
equivocado, lo que en realidad estamos diciendo, (desde el punto de vista de
los deterministas), es que está determinado por factores diferentes a los de la
mayoría.
Esos factores pueden ser genéticos, históricos,
orgánicos, familiares, económicos, religiosos.
Los deterministas nunca pensamos en
equivocaciones y muchos menos en culpabilidades. En todo caso, cuando alguien
tiene una conducta que lo conduce a una pérdida, solo podríamos decir que tuvo
mala suerte.
Los deterministas entendemos que el azar, —la
combinación aleatoria de todos los factores que influyen sobre nuestro
acontecer—, se ordenó de tal forma que ocurrió una pérdida de la cual no
existen responsables para culpabilizar, así como podría haberse ordenado para
que la consecuencia fuera afortunada, de la cual no existen responsables para
felicitar.
Desde este punto de vista, nadie es
responsable (culpable o creador) de lo que le ocurre, sin perjuicio de lo cual,
por ahora tenemos que suponer que el titular de un daño que perjudica a
terceros debe hacerse cargo de indemnizarlos, COMO SI FUERA CULPABLE.
En esta lógica, alguien puede sentir, —y hasta
tener la certeza—, de que su presencia es imprescindible para los demás. Algo
así le ocurre a quien pretende imponer su voluntad con amenazas de renunciar,
irse, abandonar y hasta de suicidarse.
En suma: Un chantaje emocional (amenaza de renuncia, de abandono, de
suicidio), es efectivo si la víctima cree que el chantajista controla sus
actos.
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(Este es el
Artículo Nº 1.706)
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