sábado, 5 de noviembre de 2011

Educar es imposible y aprender es inevitable

Sería ideal una educación sin coacción, pero en los hechos es imposible.

Los niños normales viven en su mundo pero pueden salir de él. Cuando no pueden salir de él padecen autismo.

Cuando están en su mundo, acomodan las interpretaciones de la realidad a los conocimientos que poseen, a la capacidad mental propia de su edad y al placer.

Ellos no ven las cosas exactamente como son sino como les gustaría que fueran:

— Los padres son omnipotentes, maravillosos y lo saben todo;

— Vieron cómo se aplican los inyectables y sabrían hacerlo si les prestaran una jeringa;

— El perro está de acuerdo con él sólo que no es de hacer comentarios.

Los adultos los vemos, creemos entenderlos recordando nuestra propia niñez y tratamos de que sus fantasías, ilusiones y creencias, sentidas y vividas como la pura realidad, no se conviertan en peligrosas para ellos y caigan por una escalera, se corten con un cuchillo o queden electrocutados al meter los dedos en un tomacorriente.

Con los adultos ocurre algo similar sólo que no podemos vernos como nosotros vemos a los niños. La introspección, la reflexión o la autocrítica son intentos de poco alcance para saber cómo somos.

Quienes nos dedicamos toda la vida a entendernos, tampoco lo logramos, aunque quizá poseamos algunas ideas más de las que poseen otros que dedican su energía a otros asuntos.

Una ilusión similar a la de los niños nos ocurre con el libre albedrío. Así como ellos creen ser médicos, bomberos o capaces de volar, nosotros nos sentimos capaces de saber, educar, gobernar, dirigir, decidir.

Sin embargo, estamos determinados por la naturaleza (genética, clima, sociedad, anatomía).

Este determinismo hace que educar (modificar la conducta de otra persona) sea imposible sin cierto grado de coacción y que aprender sea inevitable cuando la curiosidad nos coacciona.

●●●

No hay comentarios: