sábado, 7 de junio de 2014

El software adaptativo

 
Con este razonamiento estoy encontrándole algún mérito a la pobreza instintiva que caracteriza a la especie humana.

Si bien todas las especies van mejorando paulatinamente su genética, adaptándose a los cambios climáticos o ambientales, la velocidad y profundidad de adaptación de los humanos es mucho mayor porque nuestra cultura, actuando como una segunda naturaleza (siendo que la primera nos determina anatómica y fisiológicamente, así como también en la forma de reaccionar típica del animal humano), actuando como una segunda naturaleza (repito), nos determina cómo debemos comportarnos más precisamente en cada lugar y en cada época en que nacemos.

Ese aprendizaje es:

1) Por imitación, pues somos imitadores, aplicamos aquel consejo que dice «A donde fueres, haz lo que vieres»;

2) Por ensayo y error, pues cuando necesitamos algo de la naturaleza (en la que están incluidos los demás seres humanos), hacemos pruebas, intentos, ensayos, que luego, instintivamente, repetimos cuando dieron resultados, o modificamos en los aspectos que requieran mejoría o desechamos cuando el fracaso es total;

3) Por aprendizaje sistemático, tomando lecciones de quienes tienen por oficio enseñar ciencias, artes, técnicas, habilidades. En este caso, la humanidad cuenta con sistemas educativos que tienen por misión perfeccionar la adaptación al medio de los individuos que así lo requieran.

Por lo tanto, con esta metáfora del software adaptativo que propuse en el video asociado a este artículo, comparto con ustedes un punto de vista que intenta explicar cómo funcionamos como especie, en tanto por un lado disponemos de un menú de instintos básicos muy precario, pero que, por otro lado, nos las ingeniamos para complementarlo mediante formaciones culturales que nos permiten adaptarnos mejor que los demás seres vivos a casi cualquier hábitat, época, contexto socio-económico, religioso, político, lingüístico.

Vale la pena señalar también que la utilización de esas tres modalidades de aprendizaje es obligatoria, coercitiva, impuesta por la necesidad de complementar «el menú de instintos básicos» y por la necesidad de integrarnos socialmente a la cultura donde habitemos.

(Este es el Artículo Nº 2.217)


Solo necesitamos diversión



 
Tanto sea por la vía de aliviar los malestares como por la vía de aumentar nuestras sensaciones placenteras, todos los seres vivos hacemos lo que hacemos movidos por el placer, por la diversión.

Esta es otra manera de comentar un punto de vista determinista, contrario al punto de vista que acepta el libre albedrío.

Al decirlo en el comienzo, muchos dogmáticos del libre albedrío verán aliviado el esfuerzo de seguir leyendo algo que nunca podrán aceptar (el determinismo).

Según el determinismo nadie toma decisiones sino que los cambios que ocurren en nuestra existencia están determinados por muchos factores ajenos a nuestro control.

La situación se entiende muy fácilmente si lo que hacemos es beber agua para calmar una sed que ocurrió fuera de nuestra decisión, pero la situación se complica si tratamos de entender, desde el determinismo, por qué estoy redactando este artículo.

¿Por qué el título dice “Solo necesitamos diversión”?

Dado que todos los seres vivos huimos del dolor y concurrimos al placer, es posible expresar esta idea diciendo así: “Buscamos el placer del alivio huyendo del dolor y atraídos por el placer”. Como se ve, tanto la fuga como el movimiento hacia el goce, se parecen en que buscamos la gratificación, el bienestar, el alivio, es decir ‘la diversión’.

En suma: tanto sea por la vía de aliviar los malestares como por la vía de aumentar nuestras sensaciones placenteras, todos los seres vivos hacemos lo que hacemos movidos por el placer, por la diversión.

Cabe aclarar que el placer no es igual para todos; algunos se divierten trabajando, esforzándose, corriendo, sudando, fatigándose, teniendo sexo, comiendo.

«Sobre gustos, no hay nada escrito», pero siempre procuramos satisfacer nuestras necesidades, deseos, gustos, preferencias.

(Este es el Artículo Nº 2.221)