jueves, 4 de abril de 2013

Un hombre es un macho culto




El hombre es un macho humano sometido a las normas de su cultura. Sin esa cultura solo querría fecundar e irse.

¿Por qué no creo en el libre albedrío? Porque todo el mundo cree en él y como mi vocación es la de exponer comentarios psicoanalíticos sobre la pobreza patológica,  no puedo seguir repitiendo como un loro lo que otros dicen, (y lo dicen muy bien).

Por lo tanto para poder aportar algo novedoso no tengo más remedio que defender el determinismo, que es el punto de vista opuesto al libre albedrío.

Desde este punto de vista digo que los seres vivos somos parte de la naturaleza y digo que las leyes naturales se expresan en nuestras conductas. No podríamos evitarlo pues estamos inflexiblemente determinados por esas leyes.

Cuando la Naturaleza se expresa a través del cuerpo femenino o del cuerpo masculino, y dadas las características que diferencian a estos cuerpos, ocurren conductas naturales femeninas y conductas naturales masculinas, respectivamente.

Esta dualidad es imprescindible para conservar la especie mediante la función sexual.

En los humanos, como si fuera una segunda naturaleza, tenemos a la cultura: conjunto de normas que modifican parcialmente la apariencia de las leyes Naturales. Solo modifican «la apariencia», nunca la esencia.

La Naturaleza expresada a través de un cuerpo femenino, cuando genera impulsos de fecundación a través del funcionamiento hormonal, logra que ellas deseen ser fecundadas por un varón.

Es el impulso de la Naturaleza, (con mayúscula), el que las hace buscar a un macho bien dotado genéticamente y es el impulso de la naturaleza, (con minúscula), cultural el que intenta influir en la elección de ese macho al que llamamos «hombre».

El hombre, (macho sometido a la cultura), corteja, ofrece, habla, promete, mientras que el «macho Natural» solo acomete, enviste, penetra, eyacula y probablemente se vaya.

(Este es el Artículo Nº 1.809)

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