La salud o la enfermedad, la vida o la muerte, están
determinadas por la coordinación armónica de factores ajenos a nuestro control.
En otro artículo (1) comento que la cantidad
de dinero del que cada uno dispone está determinada por sus características
orgánicas personales.
En el artículo mencionado digo que la cantidad
de dinero que cada uno tiene está relacionada con lo que su cuerpo necesita
tener.
Estoy comparando el dinero con la glucosa, la
urea, la sangre, el aire, el agua.
En otras palabras, nuestro cuerpo está
permanentemente utilizando miles de insumos propios de nuestro planeta. Algunos
insumos están adentro de nosotros (glucosa, urea, agua) y otros están afuera.
De los insumos que están afuera del cuerpo,
algunos son propios de la naturaleza (atmósfera, suelo firme, atracción
gravitacional) y otros son propios de la cultura (leyes, costumbres, urbanización).
Estamos sanos durante todo el tiempo que se
mantiene un equilibrio dinámico de estos factores necesarios o imprescindibles.
Estamos sanos durante todo el tiempo en que
nuestro nivel de azúcar (o urea) en la sangre se mantiene dentro de cierto
rango de valores, mientras estamos adecuadamente hidratados, mientras nuestros
órganos funcionan correctamente.
Estamos sanos durante todo el tiempo que la
atmósfera conserva ciertos valores de oxígeno, el nivel del mar no asciende en
exceso, los vientos circulan a cierta velocidad.
Estamos sanos durante todo el tiempo que las
condiciones sociales conservan ciertos rasgos de orden, seguridad,
previsibilidad, solidaridad, respeto mutuo.
Es posible pensar que cada instante de nuestra
vida está posibilitado (habilitado, permitido) por la armonía cambiante que
tienen los factores que la hacen posible.
Cada organismo (animal o vegetal) puede
tolerar algunas alteraciones de esta armonía global sin dañarse. Toda
extralimitación (por exceso o por escasez), produce deterioros que pueden ser
reversibles (enfermedad curable) o irreversibles (secuelas irreversibles o
muerte).
(Este es el Artículo Nº 1.948)
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