La prohibición del incesto es una excepción a la regla de
que las prohibiciones son contraproducentes.
En otro artículo (1) les comentaba que la
violencia es tan barata como ineficiente.
Hoy agrego: es ineficiente para lograr los
objetivos que directamente parece proponerse pero es muy eficiente para generar
los fenómenos opuestos.
Ocurre lo siguiente:
Los seres humanos queremos tener libre albedrío para sentirnos poderosos,
no para sentirnos responsables y sobre todo para sentirnos diferentes de los
demás seres vivos sobre quienes queremos o necesitamos sentirnos superiores.
Con esta fantasía universal en nuestras mentes
estamos durante siglos utilizando la violencia para torcer los designios de la
naturaleza hasta que, pasados algunos milenios fracasando, nos preguntamos:
¿Será inteligente seguir utilizando la violencia para evitar que ocurra lo que
nos molesta?
Sueño con que tendré vida para ver alguno de
esos cambios hacia la persuasión, la educación, la conveniencia, con abandono
progresivo de la represión, las amenazas, los castigos.
Esta distorsión mística en mi cerebro racional
está alentada porque la informática realmente puede lograr sistemas de
organización y administración de la convivencia que estén adaptados a lo que
somos en realidad y no como hasta ahora que aplicamos la violencia para que
sean los seres humanos quienes nos adaptemos por la fuerza a los sistemas como
si fueran perfectos
Todo haría pensar que si quitamos la
prohibición de abortar en condiciones civilizadas a quienes deseen hacerlo, la
cantidad de embarazos no deseados disminuirá, la cantidad de abortos también y
la muerte de mujeres disminuirá.
Todo haría indicar que, si quitamos la
prohibición de la venta y consumo de sustancias psicoactivas (cocaína,
marihuana, anfetaminas), la demencial corrupción que genera el narcotráfico
disminuirá.
La abundante población mundial indica que la
prohibición del incesto es de las pocas prohibiciones que resultan sanamente
estimulante.
(Este es el Artículo Nº 2.105)
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