domingo, 1 de septiembre de 2013

El valor de una cosa




El valor de una cosa está determinado por la facilidad con que podamos comprarla o por la indiferencia que nos inspire.

Es posible fundamentar una conclusión que diga: «El valor de todo está determinado por la fortaleza de cada uno».

Por ejemplo, si un kilo de pan vale 100, para alguien que gana ese importe sin cansarse es más barato que para otro que deba quedar extenuado para conseguirlo.

Por lo tanto, el valor del pan está determinado por la fortaleza de cada uno: es más barato para quien tenga más fortaleza, resistencia al cansancio, habilidad para ganar dinero y es inaccesible para quien está postrado con anemia.

Si alguien dice «me duele un diente» y otro le responde «a mí también», podemos decir que los dos se quejan pero no podemos determinar a cuál de los dos le duele más.

Es casi imposible hacer una comparación entre las sensaciones de dos personas, aunque si tuviéramos que prestar auxilio tendríamos que evaluar cuál de los dos corre mayores riesgos de vida.

Como es tan difícil determinar quién está peor, la justicia distributiva de los bienes del planeta es una tarea difícil y, en muchos casos, imposible. ¡Si lo sabrán las madres cuando varios de sus hijos están enfermos al mismo tiempo y todos la reclaman!

Pero la fortaleza, que es determinante a la hora de asignarle un valor a las cosas, también influye en la resistencia a la frustración.

Es conocida una sentencia según la cual «No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita».

Por lo tanto el valor de una cosa está determinado por lo fácil o difícil que sea para cada uno obtener los recursos suficientes para comprarla y también está determinado por cuán imprescindible sea esa cosa. Para una persona indiferente nada tiene valor.

(Este es el Artículo Nº 1.968)

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