sábado, 31 de marzo de 2012

La productividad y los altibajos económicos

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Son los pueblos de mayor productividad donde los ciudadanos viven mejor desde que nacen hasta que mueren.

Cuando dos pueblos están en guerra, es muy importante el estado de ánimo de uno y otro para pronosticar cuál de los dos podrá ganar esa contienda.

No solamente los más animosos pelearán con mayor energía sino que sus oponentes comenzarán a desmoralizarse al ver cómo el enemigo tiene más y más empuje, confianza en el éxito y convicción de que es el mejor.

Por lo tanto, es posible pensar que en una lucha cuerpo a cuerpo:

— el estado de ánimo no solo es importante sino que puede llegar a ser determinante, y

— que si el estado de ánimo es determinante en una lucha cuerpo a cuerpo, es posible pensar que el estado de ánimo también es un fenómeno corporal.

Si podemos dejar de lado el dualismo cartesiano ya comentado en otros artículos (1), es posible suponer que la competitividad entre los trabajadores es un fenómeno anímico, es decir, corporal.

La productividad es un indicador de eficiencia. Un vehículo es más eficiente que otro cuando logra los mayores desplazamientos, en menor tiempo, con la menor cantidad de combustible.

Un trabajador es más eficiente que otro cuando logra mayor producción, en menos tiempo, por menor salario y utilizando la menor cantidad de recursos.

Algunos pueblos tienen mayor productividad que otros, o sea que algunos pueblos son más eficientes que otros.

Con una mirada superficial parecería ser que los pueblos con mejor calidad de vida son aquellos donde tienen salarios altos y el esfuerzo laboral es mínimo.

Esto puede ser así durante breves períodos, pero en el mediano plazo ocurre otra cosa:

Los pueblos con mayores niveles de productividad logran que cada ciudadano viva dignamente durante toda su vida, sin altibajos espectaculares y dramáticos.

(1) El dualismo cartesiano y la pobreza patológica

(Este es el Artículo Nº 166)

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El dualismo cartesiano y la pobreza patológica

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El dualismo cartesiano nos impide conocer algunas causas de la pobreza patológica.

Los invito a compartir algunas reflexiones sobre la palabra «refractario» (1).

1. adj. Dicho de una persona: Que rehúsa cumplir una promesa u obligación.
2. adj. Opuesto, rebelde a aceptar una idea, opinión o costumbre.
3. adj. Dicho de un material: Que resiste la acción del fuego sin alterarse.

Como vemos el adjetivo califica a personas u objetos resistentes, que se oponen, que se rebelan, que rehúsan, a hacer, a cumplir, a aceptar.

En otro artículo (2) les decía:

«Concebir que somos exclusivamente orgánicos y funcionales, permite entender que las inhibiciones son en realidad desperfectos anatómicos y/o fisiológicos.»

Nuestra cultura se basa en la creencia de que estamos compuestos por un cuerpo material y, por lo tanto, mortal más un espíritu inmaterial y, por lo tanto, inmortal.

Esta concepción filosófica (3) incluye una relación jerárquica entre ambos «componentes» y es que el espíritu gobierna (o debería gobernar) al cuerpo. Es consecuencia de esta idea pensar que las personas que logran gobernar su cuerpo son humanamente superiores a quienes permiten que su espíritu sea gobernado por el cuerpo.

Esta discrepancia entre lo que es y lo que debería ser (4) nos induce a errores.

El organismo es refractario a realizar ciertas acciones y cada una de las células tiene períodos de inactividad obligatorios. A nivel general, nos cansamos y necesitamos un período de reposo posterior a un período de actividad.

La duración del período refractario (período en el que una célula se opone a reaccionar ante los estímulos habituales) es variable en cada persona y se alarga con el envejecimiento.

El pene, luego de cada orgasmo, ingresa en un período refractario inevitablemente.

En suma: La pobreza patológica puede tener causas orgánicas que nuestra filosofía es refractaria a diagnosticar.

(1) Diccionario de la Real Academia Española: refractario

(2) Somos anatomía funcionando

(3) El dogma del dualismo cartesiano

(4) La Naturaleza es propiedad humana


(Este es el Artículo Nº 164)

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Las preocupaciones son inútiles e inevitables

Preocuparnos e imitar a los más exitosos nos provoca pérdidas de tiempo y energía como a todo el mundo.

La palabra preocupación sugiere algo negativo que podría ocurrir en el futuro. Esa eventualidad preocupante causa sentimientos tales como intranquilidad, temor, angustia, inquietud.

El cerebro de los preocupados segrega fantasías temibles, relacionadas con accidentes, enfermedades, ruina economía, muerte, abandono.

Los pensamientos parecen ser bastante controlables, pero me inclino a pensar que no lo son: la persona que se preocupa vive esas expectativas terroríficas sin poder sacárselas de la cabeza.

Con mucho optimismo podría decirse que el conjunto de penosos escenarios imaginados, es perpetrado inteligentemente por el «preocupado» para estar preparado para lo peor de tal forma que cuando ocurran los malos augurios, el drama parezca mucho menos grave.

Los simulacros de evacuación en aviones, edificios o en la vía pública son una forma de «pre-ocupación» pues los participantes simulan estar en una tragedia real, como para que si algún día ocurriera, el desempeño de los rescatistas obtenga los mejores resultados.

Vale la pena mencionar que las preocupaciones son producciones inevitables (determinismo) pero que podrían mejorarse en algo si pudiéramos aceptar conscientemente que todas las desgracias que imaginamos, nunca podrían ocurrir todas juntas como uno las imagina. Más aún: quizá ninguna preocupación llegue a realizarse.

Algo similar al fenómeno de las pre-ocupaciones imposibles lo encontramos en fenómenos afectivos del tipo admiración, idealización, envidia.

Nadie está exento de padecer angustia y tampoco nadie deja de luchar para sacársela de encima.

Cuando vemos acróbatas, cocineros, policías, o cualquier otro personaje que nos gana en felicidad personal, nos atacan ganas de imitarlos (estudiar su profesión, usar su tipo de vestimenta, vivir en cierta zona de la ciudad).

En suma: la preocupación para ejercitarnos ante los infortunios o imitar a quienes parecen felices, son pérdidas de tiempo.

(Este es el Artículo Nº 163)

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El poder de la debilidad

Algunas personas razonablemente solidarias con enfermos y minusválidos pueden tener además un sentimiento de omnipotencia que aplican a logran una curación sea como sea.

Existen enfermedades asintomáticas o etapas en las que una enfermedad no se manifiesta. Los humanos buscamos solución para las etapas de una enfermedad en las que esta se manifiesta, pero las etapas «silenciosas» no estimulan acciones concretas.

Casi no existe literatura sobre la otra parte de la enfermedad, aquella en la que el enfermo encuentra beneficios, muchos de los cuales son realmente atractivos. Tan atractivos que pueden llevarlo a que la curación se presente como una amenaza.

El beneficio más insólito consiste en el aumento de poder social que nos permite tener (nos aporta, nos provee) el rol de «enfermo».

El instinto de conservación de la especie existe y nos obliga a ser solidarios, ayudar, colaborar, auxiliar, atender, acompañar, consolar. Sin perjuicio de esta compulsión de origen biológico, las leyes de todos los pueblos determinan con claridad que está prohibida la «omisión de asistencia» porque a veces ocurre que por razones coyunturales algunos ciudadanos pueden omitir esta ayuda al necesitado.

Ese instinto de conservación de la especie hace que el enfermo pueda ejercer autoridad sobre quienes lo atienden, a veces esclavizándolos, chantajeándolos emocionalmente, logrando que los seres queridos y solidarios queden sometidos a los caprichos autoritarios de quien, por padecer una conmovedora debilidad, genera en los demás un deseo irrefrenable de curarlo, aliviarlo, compensarlo.

Ese deseo irrefrenable puede agudizarse cuando el colaborador tiene sentimientos de omnipotencia. Es decir que, sin darse cuenta llega a la conclusión de que el enfermo no puede seguir sufriendo, que debe sanarse rápidamente, que no deberá tener ningún padecimientos mientras el omnipotente esté ahí para convertirlo en una persona sana, sin ningún impedimento, idéntica a como era antes de indisponerse.

(Este es el Artículo Nº 162)

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La imposición religiosa y la oferta informática

La Era Cristiana se caracteriza por la exigencia de bondad bajo amenaza y la Era Informática se caracteriza por una oferta atractiva no amenazante.

La Era Cristiana va desde el año 1 hasta el año 1993. A partir de este año comienza la Era Digital. Por lo tanto este artículo está siendo redactado en el año 20 de la Era Digital (ex-2012 de la antigua Era Cristiana).

Para quienes sus creencias religiosas merecen un respeto solemne esta definición puede resultar irreverente. Mi intención no es ofender sino facilitar los cambios inevitables.

Los motivos de quienes consideraron que un fenómeno religioso fuera el determinante para implantar un antes y un después de la muerte de Jesús de Nazaret, pueden ser de importancia similar a los que hoy podrían considerarse para que un fenómeno tecnológico (la informática) llevara el contador de años a cero.

Pero esto no ocurrió ni ocurrirá, entre otros motivos porque gracias a las Tic’s (Tecnologías de la Información y la Comunicación), da lo mismo el año cero, que cualquier otro número. Un contador de tiempo digital trata con idéntica precisión cifras pequeñas y cifras enormes.

En el Sermón de la Montaña (1) Cristo indica, lisa y llanamente, qué está bien y qué está mal según su criterio. Con un carisma insuperable propuso, lisa y llanamente, algo así como «o están conmigo o están contra mí». Corresponde aclarar que según su prédica, «los enemigos» también deben ser amados (aunque si esto fuera imposible, al menos deberán ser incluidos en las oraciones).

El surgimiento de la informática fue mucho menos violento y autoritario. Quienes fueron descubriendo las ventajas tangibles de su utilización, trataron de aproximarse, entenderla, aprovecharla.

Las ventajas del cambio en esta innovación no provienen de infernales amenazas sino de un respetuoso ofrecimiento al estilo «tómalo o déjalo».

(1) El Sermón de la Montaña en Wikipedia 

(Este es el Artículo Nº 161)

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El instinto de conservación colectivo

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Tanto la obediencia a Dios como los traumas infantiles suelen aprovecharse para disminuir nuestra responsabilidad.

«Comportarse como Dios manda» significa en nuestras culturas hispano-judeo-cristianas reconocer explícitamente, difundir entre quienes quieran escucharlo, que obedecemos al Todopoderoso con una obediencia irrestricta.

Tomo estas dos últimas palabras tan importantes (obediencia irrestricta) para traer a nuestro recuerdo la doctrina de la «obediencia debida», según la cual los militares están obligados a cumplir las órdenes de sus superiores.

Después de concluido un gobierno militar suele ser difícil el retorno a la democracia porque los militares ocultan sus abusos de poder alegando la mencionada doctrina de «obediencia debida».

Lo que me interesa resaltar en este artículo es que tanto los religiosos, como los militares y el público en general, aprovechamos todas las oportunidades disponibles para no asumir la responsabilidad de nuestros actos.

Es por eso que, desde cierto punto de vista, la creencia en Dios y la correspondiente actitud sumisa, subordinada, cumplidora de sus mandatos, cuenta con la ventaja de aligerar el peso de la culpa porque siempre es posible encontrar argumentos aparentemente racionales que justifiquen o al menos formulen atenuantes para los actos más condenables.

Pero no es este el eje temático del presente artículo, sino un simple prólogo para terminar concluyendo que el psicoanálisis suele ser usado para quitarse las culpas y alentar una conducta antisocial, pues el manido argumento de los traumas infantiles es aplicado indiscriminadamente cuando la ocasión lo requiere.

El psicoanálisis no cree en el libre albedrío (1), cree en el determinismo, supone que somos actuados por factores naturales pero también cree que por más entendible que sea una acción condenable de un individuo, la sociedad actúa legítimamente cuando implementa acciones represivas, disuasivas y hasta punitivas, porque el instinto de conservación de la especie (2) está jerárquicamente por encima de los derechos individuales.

(1) Blog que concentra todos mis artículos que refieren al Libre albedrío y al Determinismo

(2) Blog que concentra todos mis artículos que refieren a la Conservación de la especie.

(Este es el Artículo Nº 160)

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Dios y el inconsciente

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Aunque la existencia de Dios y del inconsciente nos inducen a creer en el determinismo, es ventajoso creer en el libre albedrío.

No me canso de decir que Dios no existe y que la religiosidad es un gran mecanismo de defensa para poder interpretar la realidad de un modo más liviano, tolerable y esperanzador, pero resulta que soy psicoanalista y mirándolo bien, no sé si existen muchas diferencias entre las religiones y el psicoanálisis.

Dejando de lado a los psicoanalistas doctrinarios que se dedican a leer minuciosamente las «sagradas escrituras» (obras de Freud, Klein, Lacan) y que hacen hincapié en el pensamiento de esos personajes dejando para algún futuro incierto la comprensión de sí mismos y de los pacientes reales que nos consultan, dejando de lado a esos psicoanalistas, repito, los demás estamos tratando de entender qué ocurre con la existencia del inconsciente y sus consecuencias.

Imaginamos que existe un inconsciente así como otros imaginan que existe Dios.

Ya en esto tenemos un punto de encuentro muy importante. Religiosos y psicoanalistas partimos de suposiciones indemostradas y me atrevería a decir, indemostrables.

Ambos grupos de personas (religiosos y/o psicoanalistas), suponemos que estamos determinados por alguien o algo (Dios o inconsciente, respectivamente).

Si son los designios de Dios o del inconsciente lo que nos gobierna como si fuéramos sofisticadas marionetas, ¿por qué tantas personas (la abrumadora mayoría) creen en el libre albedrío?

Intento una explicación:

Como cada teoría está hecha a gusto de los teóricos, la teoría del libre albedrío nos aporta los siguientes beneficios:

— Podemos encontrar responsables para aplacar nuestra irresistible sed de venganza (juzgar, condenar y castigar);

— Cuando los «culpables» somos nosotros, podemos encontrar infinitos justificativos y atenuantes;

— Si de méritos se trata, podemos exhibir hasta el cansancio, nuestra habilidad, inteligencia, grandeza, valentía, que justifican el amor que reclamamos.

(Este es el Artículo Nº 159)

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Todo bajo estricto descontrol

Quienes necesitan negar que exista una parte de la psiquis totalmente desconocida (inconsciente), prefieren hablar de «subconsciente» y esforzarse por controlarlo todo.

Un banco debe ser una institución donde nuestros ahorros se encuentren seguros. Le pagamos comisiones o lo autorizamos a que los preste, para que, como contrapartida, él los guarde muy bien.

Con una certeza (confiabilidad) similar, nuestro inconsciente cumple la función de «guardar» (ocultar, alejar de la conciencia) los contenidos psíquicos que, si fueran conscientes nos impedirían vivir en sociedad (instintos, recuerdos vergonzosos, deseos inconfesables).

La psicosis (locura) se produce porque el aparato psíquico es tan ineficaz (débil) como lo sería un «banco de puertas abiertas».

Los contenidos psíquicos tan bien guardados influyen enérgicamente en nuestra vida, pero lo hacen cumpliendo el requisito de ser desconocidos (inconscientes).

El psicoanálisis tampoco sabe qué contenidos tiene cada uno en el inconsciente pero está especializado en conocer algunas de las técnicas de guardado (de ocultamiento).

Una de esas técnicas es la de utilizar una lógica distinta a la lógica de la conciencia (razonamiento, sentido común, juicio).

Cuando Freud «refundó» la existencia de esta función psíquica (varios filósofos anteriores a él habían planteado la posibilidad de un inconsciente), causó mucho malestar porque decirnos que una parte de nuestra mente funciona sin que podamos conocerla, hiere narcisísticamente (ofende, humilla, insulta) a quienes creen posible tener todo bajo control.

Actualmente, este conjunto de personas que suponen tener el poder de hacer lo que consideran mejor, optan por negar que tenemos una parte «inconsciente» y prefieren aludir a él llamándolo «subconsciente», dentro del cual se encuentran contenidos psíquicos omitidos, olvidados, extraviados por descuido, por ineficacia, por ignorancia.

Las personas que creen en el «subconsciente» dedican su vida a no equivocarse, manteniéndose en un estado de alerta máxima tan desgastante como ineficaz.

(Este es el Artículo Nº 158)

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sábado, 3 de marzo de 2012

El cerebro y la preferencia ideológica

La preferencia ideológica por el capitalismo o el socialismo es afectiva y cerebral.

Imaginemos la existencia de dos colectividades vecinas pero con culturas diferentes.

En una tienen la costumbre de realizar una ceremonia cuando los hijos cumplen dieciocho años, en la cual, solemnemente, los padres se reúnen con sus hijos y bajo la mirada testimonial de otros amigos, familiares y conocidos, el padre o la madre pronuncian algunas frases del tipo:

«Queridos hijos: hasta aquí llegamos juntos. Ahora ustedes se van cada uno por su lado y arréglense como puedan. Los ayudamos a desarrollarse como mejor pudimos. Ahora que somos vuestros amigos, queremos decirles que ¡les deseamos los mejor!»

A continuación, se confunden en cariñosos abrazos, familiares, amigos y conocidos.

En la comunidad vecina no realizan esta ceremonia. Los acontecimientos se van desarrollando naturalmente. Cuando los padres envejecen, ayudan en el cuidado de los nietos, dejan de trabajar y son cuidados por los hijos. Las familias cambian de tamaño incorporando yernos, nueras, nietos y sufriendo los fallecimientos.

El capitalismo se basa en la propiedad privada y en la libre competencia mientras que el socialismo se basa en la propiedad colectiva y en la administración de los asuntos económicos monopolizada por el Estado.

A cada habitante del planeta le toca vivir en un territorio que ya tiene una forma de administrar sus asuntos económicos, sin embargo cada uno está determinado orgánicamente (determinismo) para adherir emocionalmente al sistema que más le guste.

Quienes se sentirían cómodos en la primera comunidad, esa en la que los padres y los hijos se divorcian a los dieciocho años, prefieren el capitalismo y quienes se sentirían cómodos en la segunda comunidad, esa en la que el vínculo familiar no se rompe nunca, prefieren el socialismo.

La mayoría de los pueblos adopta y prefiere un sistema mixto.

(Este es el Artículo Nº 157)

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Las leyes naturales y las fantasías

Los humanos no podemos transgredir las leyes naturales pero nuestro cerebro segrega fantasías casi delirantes de autodeterminación.

¿Por qué un hombre y una mujer se atraen físicamente?

En varios artículos (1) he propuesto la hipótesis según la cual, en nuestra especie como en otros mamíferos, la hembra es la que desencadena el fenómeno, aunque los humanos tenemos un período de celo que va desde la primera menstruación hasta la menopausia, con algunas breves interrupciones que duran unos pocos días después de cada parición.

La naturaleza determina que las mujeres no sepan porqué se sienten atraídas por ese hombre que vieron fugazmente (amor a primera vista) o con el que hace años que se miran sin verse porque viven en domicilios cercanos.

Cuando ella siente ese repentino interés, seguramente procurará llamarle la atención mediante miradas, aproximaciones, vestimenta, perfume y otras técnicas que en su conjunto suelen ser infalibles.

El varón elegido por la naturaleza para que fecunde a esa mujer, verá alterada su existencia. Se sentirá «raro», placenteramente incómodo, sabiendo que tiene que hacer algo pero sin saber qué es.

La creencia en el libre albedrío hace que la mujer piense que ese hombre, que la naturaleza le asignó, es maravilloso y que con él todo sería mejor en su vida. Comunicará este sentimiento a otras mujeres quienes opinarán sobre el candidato, comentando los aspectos a favor y en contra que ven en él, ... como si la decisión de tomarlo o dejarlo existiera.

En esta doble vida,

— la instintiva, que determinó que «esa mujer» deberá gestar un hijo con «ese hombre»; y

— la cultural, que adorna el fenómeno reproductivo biológico con fantasías casi delirantes,

cada uno cumplirá con su obligación.

Sólo en el caso de que la naturaleza necesite conservarlos juntos, se mantendrán unidos hasta que la muerte los separe.

(1) «A éste lo quiero para mí» 

«Soy celosa con quien estoy en celo»

«La suerte de la fea...»

(Este es el Artículo Nº 156)

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La moda y la anorexia

La anorexia ocurre en personas biológicamente predispuestas siendo un factor desencadenante la industria de la vestimenta.

Existe la creencia según la cual las enfermedades psíquicas no son mortales. Se dice que nadie muere de esquizofrenia, obsesión o psicopatía.

Correspondería precisar aquí algo interesante.

Quienes creen poseer libre albedrío, piensan, con total coherencia, que los suicidas se matan voluntariamente, deliberadamente, porque quieren. Sin embargo, quienes creemos que no poseemos ningún libre albedrío, pensamos, con total coherencia, que los suicidas siempre (absolutamente siempre), padecieron una enfermedad psíquica, quizá mal diagnosticada, terminal.

En otras palabras, las enfermedades mentales son mortíferas según desde qué postura filosófica se observen.

Partiendo de la postura filosófica predominante en la población mundial (la mayoría cree en el libre albedrío y se siente dueña de sus actos, decisiones y acciones), la enfermedad mental que más muertes causa es la anorexia.

Como ocurre con el 99,9% de lo que nos preocupa, no sabemos las causas de la anorexia.

Como ocurre con el 100% de lo que no sabemos pero que nos preocupa, generamos hipótesis explicativas, que a medida que va pasando el tiempo, como ocurre con la administración de los recursos humanos de muchas empresas de estilo clásico, esa hipótesis va ascendiendo en jerarquía por el solo paso de los años sin que aparezca una hipótesis mejor, al igual que ocurre con los viejos funcionarios que llegan a jefes siempre y cuando no roben o fallezcan antes de jubilarse.

Así como no todos los que acostumbran a embriagarse con psicoactivos los fines de semana se vuelven dependientes de las drogas (drogadicción), la anorexia sólo se produce en personas predispuestas orgánicamente a ello.

Hipótesis: Las personas naturalmente predispuestas, se enferman de anorexia porque la industria hipervisual de la moda (1) exige que las modelos realcen la ropa con el menor cuerpo posible.

(1) El Council of fashion designers of América está preocupado por el tema y lo informa en un artículo que, invocando este link a través de Google, puede ser traducido al español.

(Este es el Artículo Nº 155)

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Se enlentece el crecimiento demográfico

Algunas conductas actuales contribuyen a enlentecer el crecimiento demográfico.

En otras oportunidades he publicado algunos artículos sobre el fenómeno de la superpoblación en nuestra especie.

Es un tema interesante, no por lo que podamos hacer al respecto (porque es la naturaleza la única que «hace y deshace»), sino para poder entender algunas particularidades de nuestra época, que hasta donde puedo ver, podrían ser reacciones automáticas de la biósfera que se disparan cuando los humanos somos muchos teniendo en cuenta el tamaño fijo que tiene el planeta.

Uno de esos artículos (1) proponía la hipótesis de que los movimientos feministas procuran en última instancia que las mujeres tengan especialmente dificultada su capacidad de gestación.

Esta ideología procura que la mujer tenga los mismos derechos que el hombre, para lo cual tendrá derecho a trabajar, a pelear en los ejércitos, a trabajar en tareas pesadas.

El feminismo procura (indirectamente) que las mujeres, para disfrutar de sus nuevos derechos, ahora no tengan más remedio que embarazarse menos veces que en las generaciones anteriores.

Otro de esos artículos (2) refiere al deseo que manifiestan grandes colectivos por apartarse del estrés, por buscar una vida espiritual llena de calma, meditación, yoga, espiritualidad.

El estado beatífico que procuran millones de personas implica el desapasionamiento, tomar distancia con la pasión sexual, desvincularse de los deseos genitales por considerarlos excesivamente perturbadores.

Esta vocación casi religiosa, casi mística, amante de la paz, los ubica en las antípodas de los actos reproductivos y los acerca a la frigidez.

Para escándalo de estos místicos puritanos, los jóvenes se fotografían desnudos y se envían por mensaje de texto las imágenes a las redes sociales.

El sexting, es decir sexo por mensajes de texto, los desmotiva para tener sexo real y reproductivo. El deseo sexual se agota en la pornografía y no se reproducen.

(1) Más producción y menos reproducción

(2) La admirada frigidez de los sabios

(Este es el Artículo Nº 154)

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Necesitamos dolor y alimentos

Necesitamos el dolor y los alimentos en pequeñas dosis pero los rechazamos en grandes dosis.

1) Por cómo evitamos la muerte, es 100% seguro que deseamos estar vivos;

2) Por cómo necesitamos los alimentos, es 100% seguro que tenemos hacia ellos una alta valoración, al punto de trabajar para producirlos y conservarlos;

3) No solamente evitamos la muerte propia sino que el 99% de las veces tratamos de evitar la muerte ajena;

4) No solamente evitamos la muerte ajena sino que en algunos casos, cuando esta ocurre, sentimos tristeza durante mucho tiempo;

5) Por como evitamos el dolor, es 100% seguro que no queremos sufrir.

En términos generales estas afirmaciones cuentan con un amplio consenso.

Ahora corresponde pensar en las excepciones pues también forman parte de nuestro diario acontecer, de nuestros intereses y hasta determinan algunas acciones.

1) Para quienes no creemos en el libre albedrío, es claro entender que el suicidio es una forma de morir de algunas enfermedades terminales, por más voluntario e intencional que nos parezca el acto en sí;

2) Es cierto que necesitamos y cuidamos los alimentos, pero a la hora de consumirlos, sólo nos interesa ingerirlos hasta un cierto punto, sólo hasta la saciedad. Si nos obligaran a seguir comiendo, los rechazaríamos;

3) Intentamos evitar la muerte ajena pero a veces aprobamos la pena de muerte, la guerra y hasta los exterminios étnicos;

4) Nos causa mucho dolor la muerte de los seres queridos, pero otras muertes nos resultan 99% indiferentes;

5) Si bien evitamos el dolor, podemos compararlo con los alimentos mencionados en los puntos 2), pues es posible sostener que aceptamos y buscamos pequeñas dosis de dolor (descuidamos la salud, somos negligentes, gastamos dinero en exceso).

Hipótesis: necesitamos el dolor en ciertas cantidades, como los alimentos.


(Este es el Artículo Nº 153)

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